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05 diciembre 2008

Beber y ansiedad alrededor del mundo

Esta primavera he tenido la oportunidad de observar las diferentes formas de ingerir alcohol en diferentes áreas culturales: Canadá, Irlanda y Portugal/España. El uso del alcohol –y sus consecuencias- no podrían ser más distintos dependiendo de cada lugar.
Mientras que algunos colegas psicólogos enfatizan en el hecho de que la humanidad se comporta del mismo modo a través de la historia y alrededor del globo, me inclino a pensar de forma muy distinta. La forma de beber y sus consecuencias en cuanto a ansiedad en estos tres lugares son mundos aparte, casi como si las personas perteneciesen a especies diferentes.
En Canadá.-
Conocí a personas viviendo en circunstancias casi precarias en valles maravillosos. En general, no existía familia que no estuviese afectada por el abuso de alcohol (y drogas) afrontados todos ellos a los mismos problemas que las personas residentes en naciones del primer mundo. Incluso algunos educadores me describieron vidas de hermanos en una misma familia totalmente hundidas por las adicciones.
Y lo que es peor y más sorprendente incluso cuando la generación de más edad logró integrarse con éxito, sus hijos cayeron en la adicción. En ocasiones, el abismo cultural y la ansiedad que genera la sociedad occidental parece insalvable—la separación total es también imposible, más aún en la era electrónica moderna. En este contexto, la única alternativa a la adicción es la abstinencia total—nunca se me ofreció una bebida alcohólica mientras estuve allí.
En Irlanda.-
El cambio también está en marcha. La vida moderna de los pubs continua, pero con algunos cambios para bien y para mal. Aunque para un americano los hay en todas partes, los nativos más ancianos describen su situación como en declive. En los centros urbanos éstos se han convertido en locales de entretenimiento—con pantallas de video por todas partes- con el propósito de atraer a los más jóvenes y consumidores de fin de semana.
La forma de beber irlandesa es profundamente ambivalente: el pescador como salida para olvidar las preocupaciones y la ansiedad de la vida cotidiana y, por otra parte, en las últimas horas de la noche--en una charla de escritores a la que acudí-- los pubs se llenaron de una convivencia bulliciosa.
Pero hay consecuencias. Para una escritora, bebedora de cerveza, aquellos que se sientan en un pub durante toda la noche dejan también solos en casa a sus familias. Al propio tiempo, un taxista me dijo que había dejado de beber a la vez que recordó las interminables noches con vecinos y amigos en el pub local. Reconoció la existencia de alcoholismo en Irlanda pero al mismo tiempo lo definió como un elemento aglutinador de la población irlandesa. Un considerable número de líderes políticos irlandeses son propietarios de estos establecimientos.
En España y Portugal
El alcohol es visto como un placer aceptado en todas las situaciones de la vida social. Negarse a beber vino durante o un licor después de una buena y abundante comida es casi incomprensible, incluso hablando de los adolescentes. Al contrario de los demás países, no observé ni oí acerca de gente que bebiera en exceso específicamente y exclusivamente por el simple hecho de beber.

¿Qué nos dice todo ello sobre el alcohol, las drogas o abuso de sustancias en los humanos?
En realidad, la actitud y el comportamiento hacia incluso las sustancias más potentes son infinitamente flexibles. Las formas de pensar y ser ante el uso de sustancias parecen ser ordenadas por la naturaleza y lo que es bueno para unos es inadmisible para otros.

Los seres humanos no son buenos en imaginar formas de vida diferentes a la propia y parafraseando a George Bernard Shaw, “el bárbaro es el que confunde las costumbres de su propia isla por las de las leyes del universo”.
Por Stanton Peele en Addiction in Society

21 noviembre 2008

El lugar de residencia puede reducir la ansiedad

Un estudio indicó que los muchachos que se trasladan de vecindario con mayores posibilidades mejoran también su salud mental, de acuerdo con recientes investigaciones llevadas a cabo por los doctores Tama Leventhal, y Jeanne Brooks-Gunn, del National Center for Children and Families at Columbia University in New York. Sus estudios se han publicado en la revista American Journal of Public Health.

"Traslado hacia la oportunidad", un proyecto esponsorizado por el Department of Housing and Urban Development en Baltimore, Boston, Chicago, Los Angeles y New York, escogió familias que vivían en viviendas de protección oficial en barrios con promedios de pobreza que excedían del 40% en tres grupos seleccionados al azar.

El primer grupo recibió ayudas para pagar el alquiler en un mercado privado, pero solamente utilizables en áreas donde menos del 10% de los residentes tuvieran escasos recursos. También recibieron asistencia especial para realizar el traslado.

Un segundo grupo recibió ayudas para cambiar de vecindario a su elección, con tendencia a elegir un vecindario de una pobreza moderada. El tercer grupo no recibió ayudas y permanecieron en viviendas de protección oficial en barrios de deficientes recursos.

El proyecto se inició en 1994 y Leventhal y Brooks-Gunn entrevistaron a 550 familias en New York City entre 1998 y 2000. Más del 90% de la unidad familiar eran mujeres, la mitad americanos africanos y un 45% latinos. Su edad promedio fue de 35 años.

Los padres del primer grupo informaron haber experimentado menos trastornos físicos y sociales (suciedad, fenómenos de abuso de bebida, así como de tráfico y consumo de drogas) y más satisfacción en comparación con el grupo que no se trasladó. Demostraron tener también menos síntomas de trastornos ansiosos y depresión y sus hijos informaron tener menos tendencia a sufrir problemas relacionados con los mismos.

Los del grupo segundo que recibieron ayudas para adaptarse al barrio de su elección lo hicieron a un barrio mejor, aunque las diferencias fueron sólo la mitad de satisfactorias que los que procedían del grupo que se trasladaron a un vecindario con bajos promedios de pobreza. Ambos (padres e hijos) mostraron una ligera mejoría en salud mental comparados con el grupo que no se trasladó, pero no tanto como el primer grupo.

Los muchachos mejoraron los estándares de salud mental, aunque las investigaciones demostraron mayores diferencias en los grupos con respecto a las muchachas. Se especuló que las chicas pueden haber estado de algún modo más protegidas de los efectos del vecindario.

Mientras que "Traslado hacia la oportunidad" pareció aportar efectos beneficiosos en cuanto a salud mental y ansiedad, según Leventhal y Brooks-Gunn, no tuvo efecto en el empleo de los padres, bienestar o ingresos. Las ventajas de trasladarse a un vecindario de menor pobreza puede originar una reducción de trastornos mentales o violencia o mejorar los recursos en cuanto a comunidad—mejores escuelas, servicios sanitarios, construcción, parques e instalaciones deportivas.
American Journal of Public Health

06 noviembre 2008

Qué saben los bebés sobre ansiedad y algo más…

Mientras Daniel está sentado en su sillita detrás de la pantalla oscura un repentino gesto de preocupación se aprecia en sus cejas de 9 meses. Sus ojos buscan la tranquilizadora imagen de su madre. Ella le llama y hace ruidos suaves, pero los sentidos de Daniel le están diciendo que algo inusual sucede produciéndole ansiedad. Se pone el dedo pulgar en la boca para calmarse pero como no lo consigue, su boca se contrae y su cuerpo se pone en tensión. Su mamá le coge, le tranquiliza y dos minutos después Daniel vuelve a su sillita detrás de la pantalla oscura en “Babylab” (laboratorio de bebés) una unidad creada en 2005 en la Universidad de Manchester al norte de Inglaterra que investiga cómo piensan, sienten y canalizan su ansiedad los bebés.
Al ver a un conjunto de bebés, sus sentidos, emociones y habilidades motoras, el estudio toma forma; es una fuente de misterio y un sinfín de conocimientos fascinantes –al menos por lo que se refiere a los padres y psicólogos en cuanto a su desarrollo. Podemos codificar sus signos de disgusto, ansiedad o leer millones de mensajes en sus primeras sonrisas. Pero ¿qué es lo que sabemos sobre lo que se esconde detrás de esos grandes e inocentes ojos?
¿Qué parte de su comprensión y respuesta al mundo viene precargada en el momento del nacimiento y cuánto es producto de la experiencia? Estas son las preguntas que se exploran en el “laboratorio de bebés”. Si bien se ha efectuado el estudio a niños de 18 meses y sólo a 100 de ellos, en la actualidad ya existe una corriente de pensamiento sobre lo que los bebés saben y cómo llegan a saberlo.
Daniel está ahora absorto viendo una cinta de video en la que aparece un tren rojo de juguete en un tramo de vías circular. El tren desaparece en un túnel y vuelve a salir por el otro lado. Un dispositivo oculto encima de la pantalla está siguiendo los ojos de Daniel mientras sigue el tren, midiendo el diámetro de sus pupilas 50 veces por segundo. A medida que el niño se aburre o se “habitúa” como los psicólogos llaman al proceso, su atención decae, pero vuelve a remontar siempre que se introduzca una novedad. El tren podría ser verde o azul, pero en ocasiones algo imposible ocurre y el tren entra en el túnel de un color y sale de otro, adquiriendo por ejemplo el color rojo.
Variaciones de este tipo, examinando siempre la reacción del niño, ha sido una herramienta estándar del desarrollo psicológico desde los pioneros suizos en este campo, Jean Piaget, que empezó sus experimentos en los años 20. Su trabajo le encaminó hacia el convencimiento de que los bebés antes de los 9 meses no tienen conocimiento innato de cómo funciona el mundo o ningún sentido de “permanencia de objeto” (que la gente y las cosas todavía existen incluso si no son vistas). En su lugar, los bebés deben construir gradualmente este conocimiento a partir de la experiencia. Las teorías “constructivistas” de Piaget fueron masivamente influyentes en educadores y psicólogos de la post-guerra, pero en los últimos veinte años han sido “aparcadas” por una nueva generación de psicólogos y de ciencias cognitivas cuyos sofisticados experimentos les han conducido a teorizar sobre el hecho de que los bebés llegan ya equipados con alguna clase de conocimiento sobre el mundo físico e incluso programación rudimentaria sobre matemática y lenguaje. El director de “Babylab” Sylvain Sirois ha desarrollado estas espectaculares teorías sobre bebés a través de rigurosas pruebas.
Lo que Sirois y su colaborador Iain Jackson han realizado es la interpretación de una variedad de experimentos clásicos iniciados a mediados de los años 80 en los que se presentaban a los bebés eventos físicos que parecían contradecir conceptos básicos como la gravedad, solidez y continuidad. En la Universidad de Illinois, el psicólogo Renée Baillargeon, realizó un experimento en el que un panel de madera parecía pasar a través de una caja. Baillargeon y Elizabeth Spelke observaron que los bebés de 3 meses y medio prestaban más atención al acontecimiento imposible que a uno normal. Su conclusión fue la de que: los bebés disponen ya de conocimientos incorporados que les permiten reconocer si algo va mal, lo que les provoca ansiedad.
Sirois no toma partido acerca de la forma en que se realiza el experimento “los métodos son más o menos correctos, el problema es la interpretación que se les da”, dice. En una revisión crítica publicada recientemente en el European Journal of Developmental Psychology, tanto él como Jackson vierten un jarro de agua fría sobre los recientes ensayos que afirman haber observado habilidades sociales cognitivas innatas o precoces en bebés. Sus propios experimentos indican que la fascinación provocada por eventos físicamente imposibles reflejan simplemente una respuesta a estímulos nuevos. Los datos sobre el seguimiento del ojo y la dimensión de las pupilas (que se hacen más grandes en respuesta a acontecimientos que despiertan interés y proporcionan excitación de alguna forma) demuestran que sucesos imposibles involucrando objetos familiares no despiertan más atención que aquellos que son posibles pero que involucran objetos nuevos. En otras palabras, cuando Daniel haya visto el tren rojo salir del túnel varias veces estará tan aburrido como antes viendo el tren del mismo color entrar y salir.
El error en las investigaciones anteriores, dice Sirois, ha sido el llegar a la conclusión de que los niños pueden entender el concepto de una imposibilidad partiendo del hecho de que son capaces de percibir una novedad en ésta. “La explicación real es el aburrimiento”, indica.
Así pues, ¿cómo los niños pasan de jugar a las escondidas a dibujar—tarea que la hermana de Daniel de 2 años y medio realiza a la perfección mientras espera a su hermano? “Los niños deben aprenderlo todo, pero como Piaget dice, empiezan con algunos reflejos primitivos que les permiten hacer cosas, indica Sirois. Por ejemplo, existe un sistema intuitivo en el cerebro que dirige los ojos de los bebés hacia la cara humana. Partiendo de los estudios imaginación-cerebro también sabemos que el cerebro tiene una especie de compartimiento intermedio que continúa representando objetos después de haber sido eliminados del objetivo visual—una percepción duradera más que una comprensión conceptual, por lo que cuando los bebés encuentran novedades o acontecimientos inesperados, explica Sirois, “hay un desajuste entre ese compartimiento y la información obtenida en ese momento y lo que hacemos cuando aparece éste es tratar de aclararlo y eso hace que se preste atención. “Aprender, dice Sirois, es esencialmente el trabajo laborioso de resolver desajustes. La verdad es que se puede hacer muchísimo con ese órgano húmedo y pegajoso que denominamos cerebro. Es una máquina de aprendizaje fantástica”.
El examen de Daniel finaliza, coge un tigre de plástico y lo mordisquea en la cabeza, sonríe como si estuviese de acuerdo.
Time
Health & Science

04 septiembre 2008

Estrés y ansiedad post-vacacional

“Las vacaciones se han terminado, pero mi mente todavía está de viaje”:

Una persona puede sufrir de estrés vacacional al regresar de nuevo al hogar o a la rutina normal después de unas largas vacaciones, especialmente si han sido realmente agradables. Cuanto más dura el viaje más intenso puede ser el estrés debido a la duración del mismo y a la acumulación de experiencias vividas. Ello puede repercutir en cansancio, pérdida de apetito, fuertes sentimientos de nostalgia y, en el peor de los casos, depresión. El “jet lag” puede intensificar estos trastornos.

“Los primeros dos días fueron un torbellino de vaciar maletas, lavar ropa y sentimientos de frustración pensando en el siguiente viaje”:

El estrés post-vacacional puede ocurrir cuando se regresa al hogar porque una parte del cerebro está todavía de vacaciones. Suele suceder si las vacaciones han sido gratificantes y felices dejando una sensación de acuerdo con las perspectivas esperadas.
''Volver al mundo real después de las vacaciones es como una experiencia extra corporal'', dijo la semana pasada Linda Bern, a su vuelta al trabajo en una compañía aseguradora. ''Fui con mi marido a las Bermudas durante una semana'' dijo, allí una de las cosas más estresantes era decidir dónde ir a comer. Esta mañana, de regreso al ritmo de New York, lo que me ha producido verdadera ansiedad ha sido el cambiar de panorama y enfrentarme con una carpeta llena de correo y mensajes telefónicos”.
''Hay un peligro en simplificar el fenómeno conocido como el estrés post-vacacional”, dice el Dr. Alan Stoudemire, profesor asociado de psiquiatría de la Universidad de Emory. ''La idea general es que las personas se acomodan al estrés del día a día de sus vidas y las vacaciones les ofrecen un respiro temporal. El riesgo de tomar un respiro es que la persona tiene que volver a experimentar el estrés y quizá no se había percatado antes de que su vida era tan penosa y estresante”.

La vuelta a casa, por lo general de golpe, invita a las comparaciones con lugares y estados mentales dejados atrás:

Si el contraste no es demasiado fuerte, los efectos de las vacaciones pueden dar una visión más leve del choque de la reentrada. Pero las personas que vuelven de su estancia en una cabaña en las montañas al caos de un apartamento, obligaciones sociales y un trabajo estresante sí pueden empezar a hacerse preguntas y a cuestionarse también lo negativo de su situación actual.

Algunas personas pueden parecer inmunes:

Controladores aéreos de aeropuertos con mucho tráfico pueden incluso considerar sus vacaciones como un periodo estresante. Un veterano controlador con 20 años de servicio dice “Es agradable desconectar durante un corto periodo de tiempo, pero admitir que lo que a mí me va es la presión''. La opinión de un abogado va también en este sentido. Nos dice que no hace vacaciones. Para él es una solución.

Pero lo más común es que los trabajos exigentes sean un terreno abonado para el estrés post-vacacional:

Un médico residente de segundo año en un servicio de urgencias dice que tardó tres días en conseguir alcanzar seguridad en sus decisiones después de pasar el mes de agosto en Francia. Otro doctor empezó su jornada laboral en un Hospital y pasó todo el día “lamentándose de haber perdido su sentido de la realidad”. Por supuesto, no era cierto.

Las vacaciones largas –estudiantes y profesores—favorecen el aumento de la ansiedad. “En verano, te olvidas de que eres profesor y te acostumbras a la libertad”, dice un profesor que ahora mientras no dedica su tiempo a escribir, enseña escritura creativa. ''Luego, el 2 de septiembre tuve que reorientarme por completo y empezar a pensar como un estudiante de 16 años, aunque la anticipación es todavía peor que la realidad; si no lo fuese podría seguir enseñando”.

La forma en que se sienten los estudiantes al volver a la escuela podría indicar un patrón sobre el estrés post-vacacional, dice Howard J. Kogan, psicoterapeuta con consulta en Manhattan:


"¿Regresas a la escuela sintiéndote seguro y con una sonrisa en los labios o lo haces con el ceño fruncido con ganas de llorar y darle patadas a cualquier lata de refresco que encuentres por la calle?”

Los patrones sobre la respuesta a las responsabilidades se suelen fijar en edades tempranas y, a menudo, persisten en la edad adulta.
Sin embargo, las reincorporaciones penosas pueden canalizarse en un número enorme de cambios personales positivos, comentan los expertos. Ello podría explicar porqué el otoño es una estación tan activa. Para luchar contra la sensación negativa, las personas suelen distraerse llenando sus agendas con actividades a realizar de tipo cultural o deportiva. Otros prefieren mejorar sus vidas con cursillos, consultas al terapeuta o incluso vendiendo sus casas o cambiando de trabajo o carrera.
“Incluso los cirujanos plásticos experimentan un aumento de trabajo después del verano, dice el Dr. Mitch Kaplan, de New York. ''Muchísimas personas vienen a mi consulta y me dicen haber regresado de sus vacaciones pensando en la necesidad de retocar su nariz”.

Las personas que se dedican a la selección de personal para diversas empresas multiplican por dos sus solicitudes tanto después de las vacaciones estivales como de Navidad:

"Las personas piensan que las vacaciones solucionarán sus problemas laborales y de familia, pero al volver al hogar se dan cuenta que las cosas suelen seguir igual y ello les motiva a entrar en acción, dice la Sra. Bern, gerente de una de esas empresas”.
''Otoño es una de las estaciones con más trabajo y lo atribuyo al regreso de las vacaciones” dice Letitia A. Chamberlain, directora del centro. ''Es cuando las personas entran en contacto con la realidad que les impulsa a un nuevo comienzo”.
Es también un momento de sentirse “colgado”. “Me llama justo en mi primer día de trabajo”, dice la Sra. Chamberlain, en un tono que no necesita más explicaciones. Pero ella nos proporciona una:
“Amo mi trabajo y también amo mis vacaciones en la costa. Pero experimenté sobre cómo realizar esta transición penosa”. Lo que hice fue regresar antes a casa para efectuar la transición del periodo vacacional a casa, antes de hacerlo de las vacaciones al trabajo”.

Algunos vuelven a casa, superan el estrés y lo controlan llamando a la agencia de viajes:

"No hay problema, tenemos una gran cantidad de personas que poco después de regresar de sus vacaciones, nos visitan y hacen planes para el siguiente”, dice el presidente de una Agencia de Viajes de New York.
Por: Michael Decourcy Hinds
The New York Times

30 julio 2008

Saque provecho de sus estados de ánimo

Del mismo modo y en igual proporción que el ser humano necesita ser feliz también necesita no serlo:-Fyodor Dostoevsky (1872), Los Endemoniados
La teoría e investigación de la psicología positiva ha ayudado a disipar el estereotipo de “feliz y estúpido”. Desde la teoría ampliamente difundida sobre emociones positivas de Fredrickson hasta las importantes investigaciones de Lyubomirsky, King y Diener que conectan satisfacción de vida con resultados positivos en importantes campos de la vida, ahora tenemos una base sólida para concluir que sentirse bien tiene consecuencias deseables.
Un artículo de Simone Schnall, Vikram Jaswal y Christina Rowe, publicado recientemente en Developmental Science, merece una especial atención ya que implica cierta discrepancia.
Se realizaron dos experimentos con niños:
En el primero, se pidió a unos niños de 10 a 11 años que escucharan segmentos de música, uno reconocido como causante de una disposición a la felicidad considerable y otro que inducía a la tristeza. Se les proporcionó a ambos grupos unas figuras que debían encajar perfectamente, con la debida atención que ello requiere al detalle. Los niños con una predisposición más alegre inducidos por la música ejecutaron peor la tarea encomendada que el otro grupo.
En el segundo experimento, se mostró a unos niños de 6 ó 7 años unos videos cortos que provocaban tanto felicidad, como un sentimiento indeterminado o de tristeza. Como en el primer estudio se les proporcionó una tarea que requería cierta concentración y detalle con figuras a encajar. Los niños con un sentimiento de felicidad volvieron a ejecutar peor la labor que los restantes.
Pongamos, no obstante, esta investigación—interesante, bien hecha e importante—en su correcto contexto, antes de quedarnos con la idea de que “La tristeza es buena” (Newsweek, 2008).
Primero, estos estudios no demuestran en absoluto que los niños felices son malos estudiantes. Ya sabemos que no es así. Todavía más, también sabemos que la felicidad está asociada con el pensamiento creativo, lo que Schnall y sus colegas saben sobradamente. La atención al detalle es una habilidad importante, aunque no la única que comporta una ejecución académica eficiente o éxito en la vida.
Segundo, estos estudios no demuestran que los niños con sentimientos de tristeza sean buenos estudiantes. ¡De ninguna de las maneras!
Tercero, de una forma más general, estos estudios hablan de la felicidad o de la tristeza como peculiaridades. La investigación es lo que los psicólogos denominan estados, que inducen a un carácter transitorio.
Los resultados vienen a demostrar que un sentimiento feliz puede incidir negativamente en ciertas circunstancias, específicamente en aquellas que requieren atención o detalle.
Quiero evitar la generalización de estos hallazgos, especialmente a aquellos que inducen a arrasar por completo la tristeza, la depresión y el pesimismo, resaltando que existen estudios que muestran ciertos beneficios y en ciertas circunstancias (de la misma forma que la felicidad y el optimismo los tienen en otras).
La psicología positiva es en ocasiones cuestionada por instar de forma inexorable a la alegría y la felicidad en las personas. No creo que la tenga, pero sin darle mayor importancia, no dimensionemos en otra dirección la utilización de estudios como este para justificar la tristeza o glorificar la ansiedad y la depresión.
Mi recomendación es estimular a las personas a que se beneficien de sus estados de ánimo de acuerdo con las demandas que deban afrontar en las diferentes circunstancias de la vida.
Así pues: No intente realizar tareas que requieran detalle como leer o comprobar sus cuentas cuando esté en un momento de un ánimo alterado, del mismo modo que no intente planear cambios profundos en su vida o idear nuevos proyectos cuando esté triste.
Por Christopher Peterson, doctor en psicología
Revista: The Good Life (La buena vida)

24 julio 2008

¿Qué saben los bebés sobre la ansiedad y algo más…?

Mientras Daniel está sentado en su sillita detrás de la pantalla oscura un repentino gesto de preocupación se aprecia en sus cejas de 9 meses. Sus ojos buscan la tranquilizadora imagen de su madre. Ella le llama y hace ruidos suaves, pero los sentidos de Daniel le están diciendo que algo inusual sucede produciéndole ansiedad. Se pone el dedo pulgar en la boca para calmarse pero como no lo consigue, su boca se contrae y su cuerpo se pone en tensión. Su mamá le coge, le tranquiliza y dos minutos después Daniel vuelve a su sillita detrás de la pantalla oscura en “Babylab” (laboratorio de bebés) una unidad creada en 2005 en la Universidad de Manchester al norte de Inglaterra que investiga cómo piensan y sienten los bebés.
Al ver a un conjunto de bebés, sus sentidos, emociones y habilidades motoras, el estudio toma forma; es una fuente de misterio y un sinfín de conocimientos fascinantes –al menos por lo que refiere a los padres y psicólogos en cuanto a su desarrollo. Podemos codificar sus signos de disgusto, ansiedad o leer millones de mensajes en sus primeras sonrisas. Pero ¿qué es lo que sabemos sobre lo que se esconde detrás de esos grandes e inocentes ojos? Más información sobre cordón umbilical
¿Qué parte de su comprensión y respuesta al mundo viene precargada en el momento del nacimiento y cuánto es producto de la experiencia? Estas son las preguntas que se exploran en el “laboratorio de bebés”. Si bien se ha efectuado el estudio a niños de 18 meses y sólo a 100 de ellos, en la actualidad ya existe una corriente de pensamiento sobre lo que los bebés saben y cómo llegan a saberlo.
Daniel está ahora absorto viendo una cinta de video en la que aparece un tren rojo de juguete en un tramo de vías circular. El tren desaparece en un túnel y vuelve a salir por el otro lado. Un dispositivo oculto encima de la pantalla está siguiendo los ojos de Daniel mientras sigue el tren, midiendo el diámetro de sus pupilas 50 veces por segundo. A medida que el niño se aburre o se “habitúa” como los psicólogos llaman al proceso, su atención decae, pero vuelve a remontar siempre que se introduzca una novedad. El tren podría ser verde o azul, pero en ocasiones algo imposible ocurre y el tren entra en el túnel de un color y sale de otro, adquiriendo por ejemplo el color rojo.
Variaciones de este tipo, examinando siempre la reacción del niño, ha sido una herramienta estándar del desarrollo psicológico desde los pioneros suizos en este campo, Jean Piaget, que empezó sus experimentos en los años 20. Su trabajo le encaminó hacia el convencimiento de que los bebés antes de los 9 meses no tienen conocimiento innato de cómo funciona el mundo o ningún sentido de “permanencia de objeto” (que la gente y las cosas todavía existen incluso si no son vistas). En su lugar, los bebés deben construir gradualmente este conocimiento a partir de la experiencia. Las teorías “constructivistas” de Piaget fueron masivamente influyentes en educadores y psicólogos de la post guerra, pero en los últimos veinte años han sido “aparcadas” por una nueva generación de psicólogos y de ciencias cognitivas cuyos sofisticados experimentos les han conducido a teorizar sobre el hecho de que los bebés llegan ya equipados con alguna clase de conocimiento sobre el mundo físico e incluso programación rudimentaria sobre matemática y lenguaje. El director de “Babylab” Sylvain Sirois ha desarrollado estas espectaculares teorías sobre bebés a través de rigurosas pruebas.

Lo que Sirois y su colaborador Iain Jackson han realizado es la interpretación de una variedad de experimentos clásicos iniciados a mediados de los años 80 en los que se presentaban a los bebés eventos físicos que parecían contradecir conceptos básicos como la gravedad, solidez y continuidad. En la Universidad de Illinois, el psicólogo Renée Baillargeon, realizó un experimento en el que un panel de madera parecía pasar a través de una caja. Baillargeon y Elizabeth Spelke observaron que los bebés de 3 meses y medio prestaban más atención al acontecimiento imposible que a uno normal. Su conclusión fue la de que: los bebés disponen ya de conocimientos incorporados que les permiten reconocer si algo va mal.
Sirois no toma partido acerca de la forma en que se realiza el experimento “los métodos son más o menos correctos, el problema es la interpretación que se les da”, dice. En una revisión crítica publicada recientemente en el European Journal of Developmental Psychology, tanto él como Jackson vierten un jarro de agua fría sobre los recientes ensayos que afirman haber observado habilidades sociales cognitivas innatas o precoces en bebés. Sus propios experimentos indican que la fascinación provocada por eventos físicamente imposibles reflejan simplemente una respuesta a estímulos nuevos. Los datos sobre el seguimiento del ojo y la dimensión de las pupilas (que se hacen más grandes en respuesta a acontecimientos que despiertan interés y proporcionan excitación de alguna forma) demuestran que sucesos imposibles involucrando objetos familiares no despiertan más atención que aquellos que son posibles pero que involucran objetos nuevos. En otras palabras, cuando Daniel haya visto el tren rojo salir del túnel varias veces estará tan aburrido como antes viendo el tren del mismo color entrar y salir. El error en las investigaciones anteriores, dice Sirois, ha sido el llegar a la conclusión de que los niños pueden entender el concepto de una imposibilidad partiendo del hecho de que son capaces de percibir una novedad en ésta. “La explicación real es el aburrimiento”, indica.
Así pues, ¿cómo los niños pasan de jugar a las escondidas a dibujar—tarea que la hermana de Daniel de 2 años y medio realiza a la perfección mientras espera a su hermano? “Los niños deben aprenderlo todo, pero como Piaget dice, empiezan con algunos reflejos primitivos que les permiten hacer cosas, indica Sirois. Por ejemplo, existe un sistema intuitivo en el cerebro que dirigen los ojos de los bebés hacia la cara humana. Partiendo de los estudios imaginación-cerebro también sabemos que el cerebro tiene una especie de compartimiento intermedio que continúa representando objetos después de haber sido eliminados del objetivo visual—una percepción duradera más que una comprensión conceptual, por lo que cuando los bebés encuentran novedades o acontecimientos inesperados, explica Sirois, “Hay un desajuste entre ese compartimiento y la información obtenida en ese momento y lo que hacemos cuando se observa un desajuste es tratar de aclararlo y eso hace que se preste atención. “Aprender, dice Sirois, es esencialmente el trabajo laborioso de resolver desajustes. La cosa es que se puede hacer muchísimo con eso húmedo y pegajoso que denominamos cerebro. Es una máquina de aprendizaje fantástica”, el examen de Daniel finaliza, coge un tigre de plástico y lo mordisquea en la cabeza, sonríe como si estuviese de acuerdo.
Psychology Today

04 julio 2008

Respiración, estrés y ansiedad

Respire hondo. Ahora exhale muy lentamente. Quizá no lo percibe pero su corazón acaba de ralentizarse un poco. No se preocupe, volverá a su velocidad normal cuando inhale de nuevo. Ese batir regular-irregular es señal de una interacción saludable entre corazón y cabeza. Cada vez que exhala, su cerebro envía una señal al nervio vago que hace que el músculo cardíaco vaya más lento. Con cada inhalación la señal se debilita y su corazón se restablece. Al inhalar, va más rápido. Al exhalar más lento. Es un ritmo que ayuda a que su corazón tenga una vida más duradera.
Y eso nos lleva a cómo controlar el estrés y evitar el “efecto quemado”. He aquí algunas sugerencias:

RECUERDE RESPIRAR ADECUADAMENTE
LA EVOLUCIÓN HA LLEGADO A NUESTRO CEREBRO con una variedad de mecanismos para controlar los altibajos de la vida—interruptores de circuitos químicos incorporados que desconectan las hormonas del estrés de las redes de nervios cuyo único fin es el de proporcionar calma. El problema por lo que se refiere a estar siempre conectado, siempre en marcha, consiste en que debe encontrar un tiempo para tomarse un descanso de la rutina diaria—y no precisamente con un viaje de fin de semana ocasional.
Puede ignorar la necesidad biológica de desconectar periódicamente, pero existe la evidencia cada vez más creciente de que más tarde o más temprano el estrés y la ansiedad podrá con usted. Las compañías de seguros están alertando sobre los casos de estrés, depresión y el “efecto quemado” ya que están adquiriendo unas proporciones considerables, así como la categoría de trastornos discapacitantes.
Peor aún, se tiende a afrontar el estrés con métodos equivocados. Un estudio revela que con frecuencia tratamos el estrés crónico viendo la televisión, descuidando nuestro cuerpo, también los alimentos sanos y evitando lo que podría aliviar la carga del estrés—como el ejercicio o relajarse hablando con los amigos o la familia de una forma distendida. En realidad, la utilización de nuestros queridos avances tecnológicos como móviles, correos electrónicos—para dar dos ejemplos—que supuestamente tendrían que ayudarnos a organizar mejor nuestro tiempo, resulta que lo que hacen es que nos resulte cada vez más difícil desconectar de nuestro trabajo, generando trastornos de ansiedad. Por otro lado, el trabajo en casa, en algunos casos, incrementa el problema debido a que aísla a la persona desdibujando la línea entre horas de trabajo y de ocio.
Tenemos también algunas concepciones erróneas acerca de cómo eliminarlo y por qué. Hace unos veinte años los psicólogos incidían casi exclusivamente en el estrés del trabajo o la falta de control y organización en el trabajo. Estudios más recientes, dice Christina Maslach, pionera en la investigación del “efecto quemado” en Berkeley, Universidad de California, demuestran que las injusticias y la falta de adaptación entre compañeros de trabajo o jefes juega un papel cada vez más creciente en disparar el estrés.
“Probablemente uno de las causas más fuertes es cuando existe un vacío de información—silencio sobre el por qué se adoptaron decisiones de una determinada forma”, dice Maslach. "Otra es tener que operar en conflicto con sus valores. ¿Es necesario ocultar la verdad para conseguir la autorización de una compañía de seguros?, ¿está vendiendo cosas que sabe que no se necesitan?”

EL ESTRÉS ALTERA LA QUÍMICA DE LA SANGRE
DURANTE AÑOS los psicólogos se han concentrado en los síntomas de comportamiento del “efecto quemado”: pérdida de energía, de entusiasmo y de autoestima. Ahora, gracias a los nuevos escáneres del cerebro y pruebas en sangre más sofisticadas, los científicos pueden medir directamente algunos de los efectos del estrés en mente y cuerpo—a menudo con resultados sorprendentes.
Probablemente usted está familiarizado con los signos del ir y venir de la adrenalina (pulso acelerado, vello erizado en el pescuezo, etc.) lo que nos ayuda a aprestarnos a la lucha o huir de enemigos o daños inmediatos. O quizá ha oído hablar del cortisol, otra hormona del estrés, que se produce con más lentitud que la adrenalina y permanece en el torrente sanguíneo más tiempo. ¿Sabía que un poco de cortisol en sangre puede ser tan malo como demasiado?, o que ¿darse un atracón de los alimentos que más nos gustan, aunque puede aliviarnos a corto plazo, quizá sabotee la respuesta del estrés a largo plazo incrementando el número de proteínas inflamatorias en su cuerpo?

EL ESTRÉS PUEDE EVITARSE
LEVANTARSE DE LA CAMA PUEDE SER DURO PARA SU CUERPO. Horas antes de despertarse cada mañana una pequeña región en la base de su cerebro denominada hipotálamo envía una señal que alerta a las glándulas suprarrenales para que empiecen a bombear cortisol, que actúa como una señal de alerta. Los niveles de cortisol continúan elevándose una vez está consciente en respuesta a: “!Oh, he aquí otro día!”. Ello puede explicar el por qué se originan tantos ataques cardíacos entre las 6 y las 8 horas de la mañana.
Debido a que el cortisol es una hormona que actúa durante mucho tiempo, puede permanecer en la cama sin perder energía. Pero su cerebro está ya tomando las medidas oportunas para protegerle del hecho de afrontar un nuevo día. La elevación de los niveles de cortisol señala al hipotálamo que detenga el sonido de alarma. Otras partes del cerebro alertan y eventualmente las glándulas suprarrenales detienen la producción de cortisol. En otras palabras, la respuesta al estrés del cerebro contiene su propio interruptor de apagado.
El cortisol, medido en saliva, llega a un pico unas pocas horas después de haberse despertado. Los niveles descienden durante el curso del día—con algunos altos y bajos. Ese patrón cambia, sin embargo, en personas con depresión. Sus niveles de cortisol se eleva en las primeras horas de la mañana, pero permanece alto durante todo el día. Es como si su hipotálamo hubiese olvidado como apagar la respuesta del estrés. Lo más curioso es que las personas que se encuentran privadas del sueño exhiben también un alto y plano nivel de cortisol).
Los investigadores creyeron que algo similar pasaba con las víctimas del “efecto quemado”. En lugar de encontrar un pico prominente de cortisol, descubrieron una subida superficial seguida por un nivel bajo y plano a lo largo del día. Curiosamente, cabe destacar que tales respuestas de cortisol son también comunes entre los supervivientes del holocausto, víctimas de secuestro y soldados que padecen trauma post-traumático. La diferencia reside en que éstos son mucho más sensitivos al cortisol incluso a esos niveles bajos que los que sufren el “efecto quemado”. “Solemos dar la culpa al cortisol alto”, dice Rachel Yehuda, una experta neuroquímica en traumas postraumáticos en el Instituto de Medicina Monte Sinaí en Nueva York .Ahora, podemos hacerlo también con el cortisol bajo”.

EL ESTRÉS PUEDE HACERLE PARECER MAYOR
LOS CIENTÍFICOS HAN SOSPECHADO DESDE HACE MUCHO TIEMPO que el estrés puede dañar al sistema inmunitario pero no estaban seguros de cómo se producía. Hace dos años, investigadores de la Universidad de San Francisco en California estudiaron las células blancas de la sangre de un grupo de madres cuyos hijos sufrían trastornos crónicos como autismo o parálisis cerebral y observaron claros signos de aceleración en los parámetros determinantes de la edad en aquellos sujetos que habían tenido un gran desgaste de ese sistema cuidando a los niños con discapacidades importantes o que con escaso control sobre sus vidas.
Los cambios se observaban en estructuras microscópicas denominados telómeros, comparados a menudo con las envolturas de plástico de los extremos de los cordones de los zapatos los cuales mantienen unidos a los cromosomas. Como regla general, las células más jóvenes disfrutan de los telómeros más largos y los telómeros en las mamás más estresadas eran significativamente más cortos que sus equivalentes, envejeciendo significativamente desde un punto de vista genético su edad cronológica.

EL ESTRÉS NO OFRECE LAS MISMAS OPORTUNIDADES
EN 1995, UNOS CIENTÍFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE TRIER en Alemania, sometió a 20 varones voluntarios a una situación en la que con seguridad calcularon se elevarían sus niveles de estrés: participaron en una entrevista de trabajo simulada en la que debían resolver problemas aritméticos delante de especialistas que les rectificaban al cometer el menor error. Como se esperaba, cada uno de los niveles de cortisol se elevó en principio, pero durante el segundo día de la prueba, la mayoría de los niveles de cortisol no lo hizo significativamente (la experiencia les enseñó que la situación no era tan mala). Siete de los hombres, sin embargo, exhibieron puntas de cortisol cada vez más altas. Solo el quinto día sus reacciones empezaron a desaparecer.
Más recientemente, los investigadores han llegado a la conclusión de que los sujetos con baja autoestima son más vulnerables al estrés. Jens Pruessner de la Universidad McGill de Montreal cree que el hipocampo, una estructura localizada en lo profundo del cerebro es como mínimo parcialmente responsable. El hipocampo ayuda a formar memorias nuevas y recuperar antiguas, particularmente sensible a la cantidad de cortisol en el cerebro. Por lo que cuando los niveles empiezan a aumentar, el hipocampo envía un juego de señales que ayuda a detener los volúmenes de cortisol.
Utilizando varios tipos distintos de escáneres cerebrales, Pruessner constató que quienes muestran poseer un nivel de autoestima más bajo tienden a tener un hipocampo más pequeño que la media. Las diferencias parecen claras sólo cuando se comparan grupos de personas, remarca Pruessnes, así no se puede mirar el escáner de una persona y determinar si él o ella tiene un flujo bajo, pero al hacerlo con los resultados globales, sugieren que un hipotálamo pequeño simplemente tiene más problemas en persuadir al resto del cerebro para que apague la respuesta al estrés.

EXISTE MÁS DE UNA FORMA DE ALIVIAR EL ESTRÉS
ESTA ES PROBABLEMENTE LA LECCIÓN MÁS DIFICIL DE INTERIORIZAR DEBIDO A QUE cuando el estrés inunda el sistema, a menudo las opciones parecen ser más limitadas de lo que son en realidad. Los científicos del comportamiento tienen un nombre para esta reacción psicológica. La llaman incapacidad de aprendizaje, y han estudiado el fenómeno en el laboratorio con roedores, cuyo sistema nervioso presenta similitudes con el de los humanos.
He ahí como funciona el experimento: se proporciona al animal una ruta de escape, que por lo general aprende muy rápido para evitar el shock eléctrico que se produce pocos segundos después de oír un tono. Pero si la ruta de escape está bloqueada siempre que escuche el tono y al producirse la situación de estrés, detendrá su intento de escapar. Más tarde, al despejar de nuevo la ruta de escape, el animal simplemente se queda parado al oír el tono—a pesar de que anteriormente sabía cómo salir.
Por supuesto, el ser humano tiene más recursos intelectuales que el ratón pero el sustrato permanece. Cuando demasiadas reglas cambian, cuando lo que solía funcionar ya no lo hace, la habilidad para razonar se bloquea. Sólo sabiendo las tendencias que le dirigen hacia la incapacidad de aprendizaje puede ayudarle a identificar y desarrollar hábitos saludables que aminoren como mínimo su carga.
No obstante, deben tenerse en cuenta los riesgos. La investigación con animales ha demostrado que existe sólo una pequeña ventana para invertir los efectos psicológicos del estrés crónico. Los estudios con humanos han empezado a dar resultados similares. Una vez los niveles de cortisol se saturan, parece permanecer así durante años. Téngalo en cuenta y coméntelo con sus seres queridos para que esto no ocurra.
Origen: Time magazine

26 junio 2008

Ese encantador psicópata (3ª parte)

Tercera y última parte


Habladores y Superficiales

Los psicópatas son por lo general volubles y fáciles verbalmente. Pueden ser conversadores divertidos y entretenidos, preparados siempre para una reacción rápida y son capaces de contar improbables pero convincentes historias. Pueden ser muy
efectivos en presentarse a ellos mismos y acostumbran a ser encantadores.
Uno de mis informes describe una entrevista que tuvo con un prisionero: "Me senté y
saqué mi bloc de notas y la primera cosa que me dijo fue que tenía unos ojos muy bonitos. De alguna forma se las arregló para introducir algunos cumplidos sobre mi apariencia durante la entrevista, por lo que al terminar me sentí inusualmente… bonita. Soy una persona realista, especialmente con mi trabajo y al salir no podía creer que yo había caído en una trampa como esa”.


Egocéntricos y Grandilocuentes

Los psicópatas tienen una visión de sí mismos exagerada y narcisista, seguros de su valía, viéndose a sí mismos como el centro del universo, justificándose en cuanto a sus reglas. “No es que no siga las leyes”, dice un sujeto. “Sigo las mias. Nunca infrinjo mis propias reglas”. Siguió luego describiendo esas reglas en términos de “busco ser el número uno”.
Los psicópatas alardean de tener objetivos específicos, aunque no buscan obtener las requeridas calificaciones, debido a su falta de interés en una educación formal.


Falta de remordimiento y sentimiento de culpa

Los psicópatas muestran una sorprendente falta de interés por las consecuencias y ansiedad que sus acciones puedan producir en los otros. Pueden aparentar una completa calma y ausencia de culpa, sin mostrar pena ya que para ellos no hay en absoluto motivo.
Su falta de remordimiento está asociada con una remarcable habilidad para racionalizar su comportamiento, eludiendo responsabilidad por sus acciones que pueden ocasionar traumas, enojo de familiares, amigos y otros. Tienen a menudo excusas para su comportamiento y en algunos casos niegan que con su proceder hayan producido ningún perjuicio para nadie.

Falta de empatía
Muchas de las características mostradas por los psicópatas están firmemente asociadas a una profunda falta de empatía e inhabilidad para construir un mapa mental y emocional y ansiosa de otra persona. Parecen completamente incapaces de “ponerse dentro de la piel” de otros, excepto en un sentido puramente intelectual.
Sienten una indiferencia total hacia los derechos de los demás, así como del sufrimiento de familiares y/o extraños. Si logran mantener contactos es únicamente debido a que ven a los miembros de la familia como posesiones. Una mujer permitió que su novio mantuviera contacto sexual con su hija de cinco años porque “me agota”. Ella no pudo entender por qué las autoridades le quitaron la custodia de la niña, dejándola al amparo de las instituciones.


Mentirosos y manipuladores

Con su encantadora sonrisa los psicópatas aparecen imperturbables ante la posibilidad—o incluso certeza—de que les pillarán. Cuando sucede, raramente se quedan perplejos o avergonzados—simplemente cambian sus historias o intentan cambiar los hechos para hacerlos consistentes con su mentira. El resultado es una serie de acontecimientos contradictorios que suelen confundir al que les está escuchando.


Necesitan bullicio a su alrededor

Los psicópatas necesitan vivir en un constante y excesivo alboroto—viven como en un torbellino y “al limite”. En muchos casos la acción significa romper con las reglas establecidas.
Muchos psicópatas dicen “cometer crímenes” para excitarse y sentir emociones. Cuando se les pregunta si lo hacen para divertirse, uno de ellos contestó: “Si, por supuesto. Pero lo que me excita más es pasearme por aeropuertos con drogas. ¡Dios, qué subidón!”
Ello es debido a una incapacidad para tolerar la rutina o la monotonía. Los psicópatas se aburren fácilmente y no les gusta realizar tareas que requieran actividades secundarias, repetitivas o que requieran intensa concentración durante largos periodos de tiempo.

Falta de responsabilidad
Obligaciones o compromisos no significan nada para el psicópata. Sus buenas intenciones “no volveré a mentirte”—son promesas escritas en el viento.
Sus ausencias en el trabajo son frecuentes y sus actuaciones erráticas con menosprecio de los recursos y política de la compañía considerables. Para el psicópata no existe el honor que implica el compromiso con las personas, organizaciones y principios.

Problemas de comportamiento en edades tempranas
La mayoría de psicópatas suelen mostrar graves problemas de comportamiento desde edades tempranas. Ello puede incluir mentiras, bromas pesadas, robos, incendios provocados, abuso de sustancias, vandalismo y/o sexualidad precoz. Debido a que muchos niños exhiben algunos de estos comportamientos en mayor o menor grado y en algún momento—especialmente los nacidos o criados en un entorno hostil o en familias desestructuradas—es importante enfatizar que la historia de esos comportamientos en el psicópata es mucho más amplia y severa que la mayoría incluso comparada con hermanos y amigos educados en ambientes similares.

Comportamiento adulto antisocial
Los psicópatas acostumbran a ver tanto las normas como las expectativas sociales como un inconveniente e impedimento irracional a su propia expresión del comportamiento. Hacen y siguen sus propias reglas, tanto de niños como de adultos.
Muchos de sus actos les llevan a cumplir condenas. Incluso dentro de la población reclusa, los psicópatas destacan por sus actividades ilegales y antisociales que suelen ser más variadas y frecuentes que el resto. Los psicópatas no tienen particular afinidad por un tipo de crimen en particular. Pero no todos los psicópatas terminan en prisión. Muchas de las cosas que hacen escapan de detección o persecución. Para ellos, el comportamiento antisocial puede consistir en prácticas de negocios cuestionables, abusos tanto a esposas como a hijos, etc. Otros suelen hacer cosas que aunque no sean legales, no son éticas o pueden causar daños a terceros.

Fuente: Psychology Today

Exámenes y ansiedad

Dormir es una buena forma de disfrutar de mejor memoria

La privación del sueño abunda durante las épocas de exámenes en la universidad donde imparto clases. Los estudiantes suelen parecer zombis acarreando latas de bebidas energizantes que beben entre bostezo y bostezo. Si tienes suerte te miran en clase luciendo unos lamentables y ausentes ojos rojos. En el peor de los casos, sus ojos permanecen cerrados o ni aparecen por clase. Los exámenes finales están ahí a la vuelta de unos días y me pregunto cómo algunas de esas pobres almas podrán resistir tres horas de examen sin caer dormidos. ¿Por qué será que cuando más necesario es dormir es cuando menos lo hacemos?
Los participantes de una maratón nunca dejarían de comer antes de iniciar una carrera ya que es el momento en que necesitan más reservas de energía, ese es pues el equivalente de lo que la mayoría de nosotros hacemos si cortamos nuestro ritmo de sueño deliveradamente al tener una gran prueba delante de nosotros. Todos sabemos lo beneficioso que puede llegar a ser un buen sueño reparador, uno se siente con mayor energía, se goza de un mejor carácter y se puede pensar con mayor celeridad y claridad, llevándonos a una mejor ejecución ya sea en el terreno laboral o incluso en el doméstico.
Recientes estudios han demostrado que no solo aprendemos mejor la información que nos llega cuando no nos privamos de dormir, sino que un buen sueño estabiliza también nuestras recuerdos más recientes haciendo que sea más difícil olvidarlos y evitando interferencias. Los recuerdos pueden reactivarse y reorganizarse mientras dormimos, permitiéndonos así ser más efectivos en cuanto a aprendizaje y a recordar los acontecimientos.
Argumenté estos descubrimientos con mis estudiantes creyendo que se apresurarían hacia sus dormitorios a dormir, pero la realidad fue que uno de ellos me contestó dudoso “Si tenemos muchas materias para estudiar, no sería mejor que empleásemos el tiempo en dedicarnos a ellas en lugar de dormir toda la noche?” Tuve que admitir que tenían un punto de razón, si debes terminar un trabajo en ocasiones es preferible hacerlo en un estado de privación de sueño que dejarlo abandonado a su suerte.
El resto del tiempo (por fortuna es la mayoría) deberíamos poner más énfasis en conseguir una buena noche de sueño.
En efecto, además de atesorar y preservar nuestros memoria, el dormir nos proporciona un mayor sentido de identidad y propósito en la vida, por lo que deberíamos poner todo de nuestra parte en lograrlo. Quizás con mejores y más eficientes recuerdos, podremos evitar emplear tanto tiempo en realizar nuestro trabajo.
Por la Doctora Nicole Dudukovic.
Psychology Today

20 junio 2008

Ese encantador psicópata (2ª parte)

Lamentablemente, las fuerzas que producen un psicópata son todavía oscuras y debe admitirse que la búsqueda de respuestas sencillas pueden quedar insatisfechas. No obstante, existen algunas teorías sobre los casos de psicopatía que vale la pena considerar. En una parte del espectro hay teorías que ven al psicópata como un producto genético o de factores biológicos (carácter), mientras que otros lo ven como procedente de un entorno social defectuoso en edades tempranas (crianza).
Mi posición es la de que la psicopatía emerge de una compleja—y poco entendida—interrelación entre factores biológicos y fuerzas sociales. Se basa en la evidencia de que los factores genéticos contribuyen a las bases biológicas de la función cerebral y a la estructura básica de la personalidad que influencia el modo en que el individuo responde e interactúa con experiencias vivenciales y el entorno social. En efecto, los elementos centrales que se necesitan para el desarrollo de la psicopatía—incluyendo una profunda incapacidad para experimentar empatía y la completa lista de emociones incluyendo el miedo—son en parte suministrados por la naturaleza y posiblemente por algunas influencias biológicas desconocidas en el desarrollo del feto y el período prenatal. Como resultado, la capacidad para desarrollar controles internos y conscientes y para hacer “conexiones” emocionales con otros se ven drásticamente reducidas.
¿Qué puede hacerse?
En su desesperada búsqueda de soluciones, la gente suele quedar atrapada en un intento destructivo y desesperanzado en la relación con un psicópata: Aparte a un lado su indulgencia y aconséjele terapia. Una norma básica de la psicoterapia es la de que el paciente necesita y desea ayuda para solventar problemas psicológicos y emocionales que le están haciendo daño. Para que la terapia tenga éxito se requiere que el paciente participe activamente, junto con el terapeuta, en la búsqueda de la reducción de sus síntomas. En resumen, el paciente debe reconocer que tiene un problema y desear hacer algo al respecto.
Pero, he aquí el problema: los psicópatas no creen tener problemas psicológicos o emocionales y, por tanto, no ven la razón de cambiar su comportamiento para adecuarlos a los estándares de la sociedad con los que no están de acuerdo.
Eso, a pesar de un siglo de estudios clínicos y décadas de investigación todavía persiste. Recientes hallazgos nos han suministrado nuevas perspectivas sobre la naturaleza del trastorno y nuevos límites más definidos. Aunque comparados con otros trastornos graves, poca investigación se ha desarrollado en cuanto a la psicopatía, aunque es responsable de una perturbación social mucho mayor que otros desordenes psiquiátricos juntos.
Por lo que más que intentar colocar bien las piezas después de que el daño haya sido hecho, sería mejor incrementar nuestros esfuerzos en entender ese peculiar trastorno y encontrar métodos efectivos para aplicarlo de modo preventivo. Las alternativas consisten en seguir aplicando recursos masivos a la persecución, aislamiento y supervisión de los psicópatas después de que hayan cometido ofensas contra la sociedad y continuar ignorando el sufrimiento, ansiedad y perjuicio de sus víctimas. Debemos aprender cómo socializarlos, no lo contrario. Eso, requerirá grandes esfuerzos en investigación y prevención y es imperativo que sigamos averiguando posibles pistas.

Una guía de supervivencia
Aunque nadie está inmune de padecer las maquinaciones del psicópata y el trastorno y ansiedad que pueden producir, existen algunas técnicas que se pueden hacer para reducir nuestra vulnerabilidad.
• Sepa con quién está tratando. Eso suena fácil pero en realidad no lo es. Todas las lecturas que se han publicado no pueden inmunizar contra los efectos devastadores del psicópata. Todos, incluidos los expertos, pueden caer en sus redes, subyugados y luego abandonados por ellos. Un buen psicópata puede tocar un concierto con las cuerdas del corazón de cualquiera.
• Trate de no influenciarse por el “primer impacto”. Es difícil no dejarse ganar por una sonrisa envolvente, un lenguaje corporal cautivador, el habla rápida del psicópata típico lo cual nos ciega no dejándonos ver sus intenciones reales. Muchas personas encuentran difícil tratar con la “necesidad predatoria” del psicópata, fruto todo ello de un preludio a la propia gratificación y el ejercicio del poder más que el simple interés o el deseo de empatía.
• Entre en las nuevas relaciones con los ojos abiertos. Mantenga su guardia alta en evitación de situaciones de riesgo. Algunas situaciones están casi cortadas a la medida para los psicópatas: bares para solteros, cruceros, aeropuertos, etc. En cada caso la víctima potencial va sola, buscando pasar un buen rato o una relación…
• Conózcase a usted mismo. Los psicópatas son hábiles en detectar y explotar los puntos débiles. Su mejor defensa es saber cuáles son esos puntos y ser extremadamente prudente en quienes pretendan incidir en ellos.
Si lo necesita, busque ayuda:
• Obtenga consejo profesional. Asegúrese de que el profesional consultado está especializado en las características del psicópata y tiene la suficiente experiencia en el trato con ellos.
• No se culpe a sí mismo. Sea cual sea el motivo por el que se ha visto envuelto con un psicópata es importante que no acepte la culta por su actitud y comportamiento. Los psicópatas juegan las mismas reglas—sus reglas—con todos.
• Tenga cuidado en quien es la víctima. Los psicópatas a menudo dan la impresión de que son ellos los que están sufriendo. No gaste s empatía en ellos.
• No se sienta solo. La mayoría de los psicópatas tienen muchísimas víctimas. Lo cierto es que el psicópata que le ha causado un estado tan ansioso, lo ha causado también a otros.
• Tenga cuidado con la lucha de poder. Tenga presente que los psicópatas tienen una necesidad muy potente de control psicológico y físico sobre los demás. Ello no significa que no debe hacer valer sus derechos, pero seguramente será muy difícil hacerlo sin con ello arriesgar caer en traumas físicos y emocionales.
• Fije sus propias reglas. Aunque la lucha de poder es arriesgada, puede fijar algunas de ellas—para usted mismo y para el psicópata—para facilitar su vida y empezar la difícil transición de víctima a persona que cuida de sí misma.
• No espere cambios espectaculares. Piense que la personalidad de los psicópatas se podría decir que está “grabada en piedra”. Es poco probable que todo lo que haga produzca cambios fundamentales en la forma en que se ven a ellos mismos y a los demás.
• Deje ya de perder. La mayoría de las víctimas de los psicópatas terminan sintiéndose confundidos y desesperanzados además de convencidos de que son los culpables del problema. Cuanto más de mayor será el insaciable apetito de control y poder del psicópata.
• Asegúrese de tener todo el apoyo emocional que necesite y el consejo de un profesional.
Fin segunda parte
coaching barcelona
terapia de pareja

13 junio 2008

Ese encantador psicópata

(primera parte)
Evite angustiarse y sepa cómo reconocer a un depredador social antes de que ataque.

Jeffrey Dahmer. Ted Bundy. Hannibal Lecter, estos son los psicópatas cuya asombrosa falta de conciencia vemos en las películas y en los periódicos. Tanto hombres como mujeres ejercen su cacería en los lugares de trabajo, en el hogar, y en las relaciones sociales dejando tras de sí una estela de ansiedad y confusión. He aquí cómo localizarlos antes de que ellos le localicen.
Elsa le conoció en una lavandería en Londres. Dan era abierto y amistoso y enseguida se cayeron bien. Desde el principio ella le encontró sumamente divertido, estaba sola, el tiempo era gris y no conocía un alma en esa parte del Atlántico.
"Ah, los viajeros solitarios" remarcó Dan divertido durante la cena "Son los peores".
Después del postre él descubrió no sin el consiguiente sofoco que se había olvidado la billetera. Ella estuvo más que feliz de pagar la consumición de ambos. En el pub, entre copa y copa, Dan le dijo que era traductor de las Naciones Unidas y que, por ahora, se hallaba pendiente de destino.
Se vieron cuatro veces aquella semana, cinco la semana siguiente y poco después Dan se trasladó a vivir con Elsa. Aquello iba en contra de su forma de ser pero ¡cómo podía desperdiciar el momento de su vida!
No obstante, habían detalles a los que Elsa no encontraba demasiada explicación y que nunca habían discutido, lo cual no paraba de darle vueltas a la cabeza, como que nunca la invitaba a su casa, no conocía a sus amigos, etc. Una noche el trajo una caja llena de cintas-envueltas con plástico desde fábrica, sin abrir—unos pocos días después, ya no estaban. Una vez al llegar a casa encontró tres aparatos de televisión en un ángulo de la habitación. “Los guardo para un amigo” fue todo lo que Dan le dijo, cuando le preguntó.
En una ocasión estuvo fuera durante tres días y ella le encontró durmiendo en la cama al mediodía. “¿Dónde has estado?”, le preguntó ella. “Me has tenido muy preocupada. ¿Dónde estabas?”
El le contestó de forma agria al despertarse “Nunca vuelvas a preguntarme eso”
“¿Qué?”
“Dónde voy, lo que hago y con quien estoy, no te concierne, Elsa”.
Era como una persona distinta. Luego pareció recomponerse de su despertar y yendo hacia ella le dijo: "Se que duele”, le dijo empleando el ya conocido tono caballeroso “pero creo que los celos son como una gripe, sólo esperas recuperarte de ella y tu puedes, cariño, tu puedes”. Como la mamá gata lamiendo a sus gatitos, del mismo modo procuraba generar la suficiente confianza hacia él.
Una noche, Elsa le pidió si podía bajar a la esquina y comprar un helado. El no contestó y cuando Elsa alzó la vista para mirarle, se encontró con las más furiosa que recordaba “siempre consigues todo lo que quieres, ¿verdad?”, preguntó de una forma extraña “aunque sea la más pequeña cosa, la pequeña Elsa encuentra a alguien que salta y corre para proporcionársela ¿no es cierto?”
"¿Bromeas? Yo no soy así. ¿De qué estás hablando?”
Se levantó de la silla y salió. Nunca más le volvió a ver.
Existe una clase de personas en cualquier raza, cultura sociedad y forma de vida que todos podemos encontrarnos y sentirnos decepcionados, manipulados y forzados a vivir con ellos o reparar el daño o la ansiedad que nos hayan podido ocasionar. Esos a menudo encantadores—pero siempre conflictivos—individuos tienen un nombre clínico: psicópatas. Su común denominador es una falta de conciencia asombrosa, su juego es siempre obtener gratificación a expensas de otra persona. Muchos pasan tiempo en prisión, pero otros no. Todos ellos toman mucho más de lo que dan. Las expresiones más obvias de la psicopatía—aunque no las únicas—incluyen la fragrante violación de las reglas sociales. Por eso, muchos psicópatas son criminales, pero hay algunos que usan su encanto y su camuflaje a lo camaleón para envolver y confundir, dejando tras de sí vidas arruinadas y trastornos ansiosos difíciles de controlar.
La mayor parte de mi casi cuarto de siglo dedicado a la investigación sobre las respuestas a este enigma ha sido el esfuerzo concienzudo en desarrollar formas de detectar a los psicópatas entre nosotros. La medida y categorización son, desde luego, fundamentales en cualquier entorno científico, pero las implicaciones de ser capaz de identificar psicópatas es mucho más práctico que académico. Simplificando, si no podemos tenerlos ubicados estamos condenados a convertirnos en sus víctimas, tanto sea de forma individual como socialmente.
Mi papel en la investigación de los psicópatas empezó en 1960 en el departamento de psicología de la University de British Columbia. Mi interés creciente en los psicópatas apareció con mi experiencia en el trabajo con psicópatas en la prisión para formar lo que luego sería el trabajo de mi vida.
Reuní un equipo de profesionales clínicos que identificarían población de psicópatas en la prisión a través de largas y detalladas entrevistas y una información de archivo detallada. Pudimos sacar una herramienta de diagnóstico altamente fiable a utilizar por cualquier clínico o investigador y que demostró ser una guía detallada del perfil del trastorno de personalidad denominado psicopatía. Lo llamamos “El formulario de la psicopatía” (Multi-Health Systems; 1991), que está siendo utilizado en todo el mundo y proporciona una especie de manual para los profesionales en el campo sobre cómo distinguir, con una razonable certeza, a los psicópatas verdaderos de aquellas persona que únicamente rompen las reglas establecidas.
Lo que a continuación se facilita es un resumen de los rasgos y comportamientos de un psicópata. No use estos síntomas para diagnosticarse a usted o a otros. Un diagnóstico requiere un aprendizaje explícito y tener acceso a un manual de resultados establecidos. Si sospecha que alguien conocido coincide con el perfil descrito aquí, y es importante para usted disponer de una opinión experta, debería conseguir los servicios cualificados de un psiquiatra o psicólogo forense.
Tenga también en cuenta que personas que no son psicópatas pueden tener algunos de los síntomas descritos. Muchas personas son impulsivas, o habladoras o frías e insensibles, pero ello no significa que lo sean. La psicopatía es un síndrome—un grupo de síntomas relacionados.
Síntomas clave de la psicopatía
Emocional/Interpersonal:
• Hablador y superficial
• Egocéntrico y con delirios de grandeza
• Falta de remordimiento o culpa
• Falta de empatía
• Engañador y manipulador
• Emociones superficiales
Social:
• Impulsivo
• Escaso control del comportamiento
• Necesidad de excitación
• Falta de responsabilidad
• Problemas de comportamiento a edades tempranas
• Comportamiento antisocial en la edad adulta
Al pensar en la psicopatía nos lleva directamente a hacernos una pregunta simple: ¿Por qué algunas personas son así?

Fin primera parte

06 junio 2008

¿Qué hace cuando no está haciendo nada?

Si su respuesta es “nada” acaba de aprobar un test de lógica y suspender uno de neurociencia.
Cuando realizamos tareas mentales—sumar, comparar formas, identificar caras—diferentes áreas del cerebro se activan y los escáneres cerebrales muestran estas áreas activas como cuadros de brillantes colores destacados en un entorno gris.
Los investigadores han descubierto recientemente que cuando estas áreas de nuestros cerebros se encienden, otras áreas se oscurecen. Esa red oscura (que comprende regiones en los lóbulos frontales, parietales y temporal medio) se apaga cuando parecemos estar alerta, y se enciende cuando parece que estamos inactivos.

Si se coloca en una máquina para que le hagan un scanner y permanece allí unos minutos tranquilo esperando las instrucciones del técnico, la red oscura estaría tan activa como una colmena, pero en el momento en que llegasen esas instrucciones y se aprestara a seguirlas, las abejas quedarían quietas y la red se sumiría en el silencio. Así pues, cuando aparentemente no estamos haciendo nada, está claro que sí lo hacemos, ¿pero qué?
La respuesta, parece ser que es viajar en el tiempo.

El cuerpo humano se mueve hacia adelante en el tiempo en la proporción de un segundo por segundo tanto si queremos como si no. Pero la mente puede moverse a través del tiempo en cualquier dirección o a la velocidad que elija. Nuestra habilidad de cerrar los ojos y imaginar: el placer experimentado un domingo o recordar los excesos cometidos durante la noche de Fin de Año pasada es fruto de nuestro desarrollo en la evolución, lo cual no tiene paralelo alguno en el reino animal. Somos una raza de viajeros del tiempo, sin trabas cronológicas y capaces de visitar el futuro o revistar el pasado a nuestro antojo. Si nuestra máquina del tiempo neuronal se daña por enfermedad, edad o accidente, podemos vernos atrapados en el presente. La enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, ataca específicamente la red oscura, colapsando a sus víctimas en un ahora sin fin, incapaces de recordar su pasado o visionar su futuro.
¿Por qué la evolución ha diseñado nuestro cerebro para que pueda volar a través del tiempo?

Quizá porque una experiencia es una cosa demasiado valiosa para desaprovecharla. Moverse por el mundo expone a los organismos a peligros, por lo que como norma se deberían tener las menos experiencias posibles y aprender cuanto más de ellas, evitando así estados ansiosos. Aunque algunas lecciones de la vida se aprenden en el momento (“No tocar una estufa cuando está encendida”), otras son más aparentes después de haberse producido el hecho (“Ahora veo porqué se enfadó; debería haberle dicho algo de su vestido nuevo”). Viajar a través del tiempo nos permite pagar por una experiencia una vez y luego tenerla una y otra vez sin costo adicional, aprendiendo nuevas lecciones con cada repetición. Cuando estamos ocupados teniendo experiencias—distrayendo al niño, firmando cheques, batallando con el tráfico—la red oscura permanece en silencio, pero tan pronto esas experiencias acaban, la red se despierta y empezamos a movernos a través del paisaje de nuestra historia y ver lo que podemos aprender por nosotros mismos.
Los animales asimilan a través de aprendizaje y errores; por ello, cuanto más astutos sean, menos tentativas necesitarán.
Viajar hacia atrás nos compra enseñanzas por el precio de una, pero viajar hacia adelante nos permite prescindir las experiencias por completo. Como los pilotos practican el vuelo en simuladores, el resto de nosotros practica la vida en simuladores vivenciales y nuestra habilidad para simular el curso de la acción en el futuro y prever sus consecuencias nos posibilita el aprender de errores sin tener que caer en ellos.

No es necesario cocer tarta de hígado para saber que no es demasiado buena idea; con la simple imagen ya es suficiente castigo. Lo mismo sucede con insultar al jefe o extraviar a los niños. Quizá no podamos prestar atención a las advertencias que aparecen en los folletos, pero como mínimo no nos sorprenderemos al despertarnos con una resaca o cuando nuestra cintura cambie de talla. La red oscura nos permite visitar el futuro, pero no cualquiera. Cuando contemplamos el futuro que no nos incluye—¿subirá la bolsa la próxima semana?, ¿quién ganará las elecciones el próximo otoño?—la red oscura está en calma, sólo cuando nosotros nos desplazamos a través del tiempo, se activa.

Quizá el hecho más sorprendente sobre la red oscura no es lo que hace sino cuán a menudo lo hace. Los neurocientíficos se refieren a ella como el modo por defecto del cerebro, lo que equivale a decir que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo lejos del presente que en él. Por lo general, sobreestimamos el tiempo que estamos en el presente debido a que muy raramente advertimos cuándo salimos. Sólo cuando el entorno lo demanda nuestra atención –el ladrido de un perro, el grito de un niño, un teléfono sonando—que nuestra máquina del tiempo mental cambia y nos deposita en el aquí y ahora. Justo captamos el mensaje y luego volvemos a ensoñar en la tierra del “Nunca Jamás”. Es entonces cuando las redes oscuras se inundan de luz.
Gilbert y Buckner son profesores de psicología en Harvard.

23 mayo 2008

Estrés, ansiedad y corazón

¿Puede el estrés dañar su corazón?
Hace ya algún tiempo que los investigadores sospechaban que el estrés dañaba de alguna forma nuestro cuerpo, pero se había eludido relacionar de una forma fehaciente el estrés con los ataques de corazón y otros trastornos—en parte porque el estrés se experimenta de forma muy personal con variables entre cada uno de los individuos que lo padecen. Sólo recientemente estos estudios han empezado a incluirse en los diagnósticos y el tratamiento del estrés en los cuidados preventivos de los pacientes con mayor riesgo. “Es popularmente conocido que el estrés puede ocasionar enfermedades cardíacas”, dice la Dra. Kristina Orth-Gomer, que ha estado estudiando el estrés y la cardiopatía durante 25 años y que ahora está investigando en el Stockholm's Karolinksa Institute y que los médicos han tardado en poner en práctica estos conocimientos. “Eso está empezando a cambiar ya que ahora existe mayor evidencia”, comenta.
Dos estudios publicados en el Journal of the American Medical Association (JAMA)y en Archives of Internal Medicine apoyan su causa. El estudio publicado por JAMA, de los investigadores de la Université Laval de Quebec, demuestra que los pacientes que experimentaron un segundo ataque de corazón duplican a aquellos cuyas ocupaciones estaban más libres de estrés. El estudio efectuaba un seguimiento de 972 pacientes supervivientes de un ataque, entre los 35 y los 59 años, los cuales volvieron a trabajar dentro de los 18 meses siguientes de haberlo padecido, al menos durante 10 horas semanales. En posteriores entrevistas periódicas entre 1996 y 2005, los pacientes que informaron tener trabajos estresantes–definido como tareas que requerían altas demandas psicológicas y bajas en sentimientos de control—no estaban sólo en más alto riesgo de padecer un segundo ataque sino que también tenían un marcado riesgo de muerte en comparación con sus iguales experimentando menor estrés. Estudios como éste pueden estrechar las conexiones entre estrés y enfermedad, dice Orth-Gomer. La otra cuestión sería: “¿qué hacer para prevenirlo?”
Una solución: Encontrar formas prácticas por parte de médicos y profesionales de tratar las diferentes clases de estrés—profesional y personal—que pone en riesgo al paciente. Actualmente, no forma parte de una práctica estandarizada en los cardiólogos evaluar los sentimientos de sus pacientes sobre circunstancias laborales o dificultades en el matrimonio. Debería introducirse en la comunidad médica el tener un cuidado especial sobre estas cuestiones, dice Orth-Gomer, para tenerlas en cuenta a la hora de efectuar cualquier exploración rutinaria o especializada a la población en general.
Sheldon Cohen, profesor de psicología en la Universidad de Carnegie Mellon y autor de un comentario, aparecido en la publicación JAMA ha examinado los efectos del estrés psicológico sobre una variedad de trastornos graves. La revisión de Cohen de estudios pasados constatan que el estrés—particularmente el estrés social como divorcios y la muerte de un ser querido—a menudo dispara una depresión o dispara los niveles de ansiedad que agrava y ocasiona recaídas en personas que ya se habían recuperado de sus dolencias cardíacas (ver ansioliticos). El informe sugiere también que el estrés puede incidir en el progreso de la enfermedad y en un estudio Canadiense se remarca que el estrés crónico puede acrecentar el trastorno cardíaco.

"Hay una evidencia de la relación entre estrés y enfermedad—lo suficiente como para empezar a preguntarnos si la disminución del estrés puede reducir también la aparición de la enfermedad”, dice Cohen, añadiendo: “A las personas no se les hacen este tipo de preguntas".
El problema reside en que muchos médicos carecen del tiempo necesario para hacerlas. Los médicos altamente especializados como los cardiólogos suelen tener mucho trabajo y pocos de ellos tienen tiempo para entablar una conversación con el paciente. “Es irónico pensar que tenemos un mapa de la importancia de los niveles de estrés en la salud y a la vez problemas en disponer del tiempo suficiente”, dice el Dr. Daniel Brotman, director del Hospitalist Program en el Hospital Johns Hopkins y autor de un informe sobre el estrés emocional y la salud del corazón, publicada en The Lancet. Brotman conoce la fuerte conexión entre el estrés y las enfermedades cardiovasculares, pero no cree que sea realista pedir a los médicos que realicen un historial de cada paciente y su estrés. “Nos decimos, como médicos: “No es mucho lo que podemos hacer sobre el hecho de que su esposa le haya dejado”, dice.
Lo que sí puede cambiarse es la forma en que los médicos escuchan a sus pacientes por lo que se refiere a su salud. Si una mujer se queja de dolor en el pecho, por ejemplo, pero dice que sólo le molesta cuando se siente “excitada”—pero no cuando sube unos peldaños de escalera—su médico interpretará su estado emocional como factor desencadenante de lo que experimenta físicamente, dice Brotman. "El disparador es emocional y los médicos tienden a descartarlo”, comenta. La medicina tradicional ha llevado a pensar que el cuerpo es una máquina y la enfermedad como una máquina que se descompone. Los especialistas pueden estar quizá poco dispuestos a pensar en mente y cuerpo como parte de la misma máquina.
Hay un número de formas en que el estrés puede recalibrar nuestra máquina física. Las personas estresadas tienden a descuidar su salud en general—comen poco, duermen mal, no hacen ejercicio y fuman y beben demasiado—comportamientos todos ellos que no suelen favorecer al bienestar. El estrés también dispara el sistema endocrino facilitando la liberación de hormonas que activan el cuerpo en varias formas: pueden, por ejemplo, irritar el tejido linfático que a su vez altera las funciones inmunitarias o simplemente ocasionar que un corazón en reposo empiece a latir con fuerza. “Todas aquellas personas que han experimentado aunque sea sólo un conato de atropello saben cómo el estrés emocional puede activar el sistema cardiovascular”, dice Brotman. "Pero experimentar frecuentes sustos o asaltos no es algo para lo que nos hayan diseñado." Ahí es donde los desencadenantes del estrés se convierten en una amenaza física.
Todavía muchos pacientes no creen que estas amenazas existan. Para algunos, admitir la existencia del estrés es una señal de debilidad; otros, se resignan como si no les tocase otro remedio que aceptarlo como una dimensión inevitable de la vida. Por lo que la mayoría de nosotros nos limitamos a sobrellevarlo. En otro estudio publicado en Archives of Internal Medicine, algunos investigadores de la Universidad de Londres estudiaron a un grupo de 9.000 funcionarios durante 12 años y hallaron que aquellas personas que experimentaban relaciones cercanas negativas—marcadas por conflictos y luchas—tenían un riesgo del 34% mayor de sufrir alteraciones coronarias que aquellos con bajos niveles de negatividad en sus relaciones personales. Las emociones pueden jugar un papel importante en un matrimonio fracasado, por ejemplo, escribe el autor, representa un directo y acumulativo “desgaste” de los órganos y tejidos que pueden llevar a las personas hacia grandes riesgos de padecer enfermedades.
Un trabajo estresante o unas relaciones perturbadoras pueden no llevar a todo el mundo a una depresión o estar estresado –estadísticamente hablando –pero por ahora es imposible para los médicos predecir quien es más susceptible o no de padecerlo. Por lo que si es una cuestión de calidad de vida o vida o muerte, es quizá un buen consejo para las personas estresadas tomar un respiro ahora y después. "Quizá no sintamos el estrés en nuestro sistema cardiovascular, pero puede empobrecerlo”, dice Brotman. "Es dificil imaginar pasar por esos periodos estresantes y no pensar “Eso es malo para mí”.
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09 mayo 2008

Adquisición y retención de habilidades cognitivas

La adquisición de habilidades cognitivas depende, a menudo, de dos clases de conocimiento: la norma y el conocimiento del hecho en cuestión. Es decir, las habilidades se adquieren sistematizando la solución a un problema, ya sea utilizando una norma conocida o bien recuperando y utilizando soluciones adoptadas ya anteriormente a un problema idéntico o similar.
En nuestros estudios describimos la adquisición de estas habilidades--lo que nos puede ayudar en reducir ansiedades--en términos de velocidad de procesamiento o mejora y eficacia en la recuperación, velocidad de recuperación de un hecho o mejora en la recuperación de problemas presentados anteriormente y su solución, así como el cambio en la estrategia del individuo entre el proceso y la recuperación de problemas y sus soluciones.
Nuestros experimentos están diseñados en el desarrollo, prueba y perfeccionamiento de modelos formales de aprendizaje basados en normas y en hechos y la descripción precisa de cómo estas formas de aprendizaje se ven afectadas por la edad.
Estudios muy completos realizados recientemente (y en progreso) evalúan la actuación de hombres y mujeres saludables de diferentes edades en términos de tres distintos componentes de aprendizaje --velocidad de proceso, uso de recuperación de memoria y la velocidad de respuestas de esa recuperación.
Los procesos de los diferentes componentes se distinguen en base a las distintas estrategias de las que disponga el individuo. Los resultados de los estudios, recientemente completados, han establecido que existen deficiencias relativas a la edad y ansiedad en la habilidad de mejorar con la práctica la velocidad de procesar los datos, de cambiar de éstos a la recuperación del hecho y en la velocidad de la respuesta de recuperación y, por tanto a su solución (Hoyer, Cerella, & Onyper, 2003; Touron, Hoyer, & Cerella, 2001, 2003).
Además de estos hallazgos, los resultados preliminares de una nueva serie de experimentos sugieren que las dinámicas del cambio se entienden mejor como una interacción entre los factores de estrategia relativas a la edad y los requerimientos de la tarea, y no como una simple expresión de la eficacia del sistema de memoria en sí (Cerella & Hoyer, 2003; Cerella, Hoyer, & Onyper, 2003).
En especial, los adultos de mayor edad cambian de proceso de datos a recuperación de memoria con mayor celeridad que los adultos más jóvenes, cuando las tareas presentan una relativa difícultad de procesar, pero más tarde que los adultos jóvenes, cuando las tareas son relativamente difíciles de llevarse a cabo mediante la recuperación del hecho en sí.
Nuestros hallazgos sugieren que los individuos optimizan o ajustan sus estrategias en respuestas a los cambios relativos a la edad en la dificultad del proceso y recuperación del hecho. En estudios en curso, estamos examinando los efectos de las manipulaciones de la dificultad de los componentes procesales y de recuperación por lo que hace a la ejecución de la adquisición de habilidades en adultos de mayor edad y más jóvenes (Hoyer, Cerella, & Onyper, 2003).
Universidad de Siracusa

Vía:Mental Health
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21 abril 2008

Emociones y ansiedad

Las emociones son una reacción subjetiva al ambiente acompañadas de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras. En el ser humano la experiencia de una emoción involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.
Las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, ansiedad, deseos, necesidades e incluso objetivos. Es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, pero sí nos puede ayudar a intuirla.
Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados.
Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación que la ocasiona. Algunas de las reacciones fisiológicas y de comportamiento que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Charles Darwin observó como los animales (especialmente los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenían una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie.
Existen 6 categorías básicas de emociones.
Tipo de Emoción y sus funciones
MIEDO: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
Nos ofrece protección
SORPRESA: Sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.
Nos ofrece orientación frente a la nueva situación
AVERSIÓN: Disgusto, asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.
Nos ofrece rechazo hacia aquello que tenemos delante.
IRA: Rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
Nos induce a la destrucción.
ALEGRÍA: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
Nos induce hacia la reproducción del suceso.
TRISTEZA: Pena, soledad, pesimismo.
Nos ayuda a la reintegración; nos motiva a una nueva integración personal.

Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegría. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.
Las diferentes expresiones faciales son internacionales, dentro de diferentes culturas hay un lenguaje similar. Podemos observar como en los niños ciegos o sordos cuando experimentan las emociones lo demuestran de forma muy parecida a las demás personas, tienen la misma expresión facial. Posiblemente existan unas bases genéticas, hereditarias, ya que un niño que no ve no puede imitar las expresiones faciales de los demás. Aunque las expresiones también varían un poco en función de la cultura, el sexo, el país de origen etc. Las mujeres tienen más sensibilidad para captar mejor las expresiones faciales o las señales emotivas y esta sensibilidad aumenta con la edad. Otro ejemplo son los rostros de los orientales, especialmente los japoneses que son bastante inexpresivos, pero es de cara a los demás, porque a nivel íntimo expresan mejor sus emociones.
Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora nosotros nos ponemos tristes o serio e incluso podemos llegar a llorar como esa persona. Por otro lado, se suelen identificar bastante bien la ira, la alegría y la tristeza de las personas que observamos. Pero se identifican peor el miedo, la sorpresa y la aversión.
Las emociones poseen unos componentes conductuales particulares, que son la manera en que éstas se muestran externamente. Son en cierta medida controlables, basados en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo:
• Expresiones faciales.
• Acciones y gestos.
• Distancia entre personas.
• Componentes no lingüísticos de la expresión verbal (comunicación no verbal).

Los otros componentes de las emociones son fisiológicos e involuntarios, iguales para todos:
• Temblor.
• Sonrojarse
• Sudoración
• Respiración agitada
• Dilatación pupilar
• Aumento del ritmo cardíaco

Estos componentes son los que están en la base del polígrafo o del "detector de mentiras". Se supone que cuando una persona miente siente o no puede controlar sus cambios fisiológicos, aunque hay personas que con entrenamiento sí pueden llegar a controlarlo.
¿Qué es lo que nos produce el miedo a nivel fisiológico?
Cuando nos encontramos ante un estímulo que nos provoca miedo o temor, nuestro cuerpo reacciona activándose, de manera que estemos a punto para cualquier reacción de lucha o huída que sea preciso a fin de protegernos, ya que nuestro impulso más básico es el de la supervivencia.
La activación se produce de la siguiente manera:
El lóbulo frontal de la corteza cerebral por la acción del hipotálamo activa la glándula suprarrenal.
La glándula suprarrenal descarga adrenalina.
Las pupilas se dilatan
El tórax se ensancha
El corazón se dilata, aumenta la provisión de sangre.
Se produce un aumento de la tensión arterial.
Los músculos se contraen.
El hígado libera glucosa, el combustible de los músculos.
La piel palidece.
Los bronquios se dilatan para aumentar el volumen de oxigeno.
En casos extremos la vejiga urinaria se vaciará.

10 abril 2008

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

De la misma manera que se averigua el CI (cociente intelectual), se puede hacer con la Inteligencia Emocional. Se trata de conectar las emociones con uno mismo; saber qué es lo que uno siente, poder verse a sí mismo y a los demás de forma positiva y objetiva. La Inteligencia Emocional es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada.
Características básicas y propias de la persona emocionalmente inteligente:
• Poseer suficiente grado de autoestima.
• Ser personas positivas
• Saber dar y recibir
• Empatía (entender los sentimientos de los otros)
• Reconocer los propios sentimientos
• Ser capaz de expresar los sentimientos positivos como los negativos
• Ser capaz también de controlar estos sentimientos y la ansiedad que pueda producir
• Motivación, ilusión, interés
• Tener valores alternativos
• Superación de las dificultades y de las frustraciones
• Encontrar equilibrio entre exigencia y tolerancia.
Goleman explica que la Inteligencia Emocional es el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada en el terreno personal y social. Incluye, por tanto, un buen manejo de los sentimientos, motivación, perseverancia, empatía o agilidad mental. Justo las cualidades que configuran un carácter con una buena adaptación social.
El psicólogo W. Mischel hizo un experimento con niños de 4 años: les daba un caramelo y les decía que tenía que irse un momento, pero que debían esperar a que él volviera antes de comérselo, si lo hacían así él les daría otro caramelo como premio. El tiempo que permanecía fuera era tan sólo de 3 minutos. Había niños que no esperaban y se comían el caramelo. Posteriormente, hizo un seguimiento de los niños y observó que los que no se habían comido el caramelo, eran más resistentes a la presión, más autónomos, más responsables, más queridos por sus compañeros y mejor adaptados en el medio escolar que los otros.
Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la vida son aprendidos. Desde pequeños podemos ver como para un niño no está tan bien visto llorar y expresar sus emociones como en una niña, además a los varones se les exige ser más valientes, seguros de sí mismos. También podemos observar cómo, según las culturas, las mujeres son menos valoradas, tanto en el ámbito personal como en el laboral, lo cual es el origen de opresiones y malos tratos. Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta ya desde el momento en que venimos al mundo: nos comportamos como nos han "enseñado" a comportarnos. Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás, aceptar los fracasos, controlar nuestra ansiedad… no todo depende de lo que hemos heredado, por lo que hemos de ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día, aprender a ser más inteligentes emocionalmente; en definitiva, a ser más felices.

04 abril 2008

Ansiedad y depresión en la Universidad

Los estudiantes están dando claros signos de trastornos psicológicos. Aunque, ¿son
hoy muy diferentes de los de antaño?


La gravedad de los problemas mentales en los campus universitarios ha crecido de manera significativa desde 1988—la era del Prozac, al igual que se han producido otros cambios principales en las culturas y en el desarrollo de las enseñanzas.
Todos nos hemos tenido que adaptar al cambio incesante de las tecnologías y los estudiantes suelen hiperventilar ante el mero hecho de tener que acometer la ardua tarea de tomar una decisión por miedo a que la carrera elegida se evapore antes de que se sequen sus diplomas. También, la diversidad crea demandas especiales sobre las habilidades sociales del estudiante simplemente cuando nadie está en casa para enseñarles a hacerlo.
Uno no se extraña de que los jóvenes muestren signos de trastornos psicológicos. ¿La pregunta es ¿difieren mucho los estudiantes actuales de los de antaño? Los expertos señalan hacia variadas razones por las que los chicos de hoy acuden a los centros de ayuda psicológica del campus universitario.
• La adolescencia empieza antes y dura más. Los chicos viven en un mundo mucho más complejo que el de sus padres y se ven expuestos a muchísimas situaciones conflictivas antes de poseer las facultades cognitivas y emocionales suficientes para afrontarlas. Por ejemplo, ya no es necesario descubrir su sexualidad; se les echa encima en el mismo momento en que pueden sentarse ante el televisor o pasan ante una valla publicitaria anclados en el asiento trasero del coche familiar.
• Los jóvenes crecen rodeados de estrés y ansiedad. Viven en familias desestructuradas que les conducen a una mayor inestabilidad de su desarrollo psicológico. Es duro enfocar y definir una vida sobre un terreno que está sufriendo continuas fluctuaciones bajo los pies.
• La psicopatología enseña su cara más real. Las universidades son el reflejo natural de los trastorno de la salud mental que culmina para la mayoría pocos años después de la adolescencia. El promedio de edad para los trastornos bipolares, por ejemplo, es ahora de 19 años en contraste con el de 32 años para una generación anterior. Siempre han existido trastornos mentales severos, pero una generación anterior los estudiantes afectados eran raramente diagnosticados y tratados—quizá porque los adecuados no estaban disponibles—además de ocultados y marginados.
• Muchos más estudiantes que antes llegan al campus con problemas mentales significativos, pero hay buenas noticias: ”Desarrollan más sus potenciales debido a los tratamientos que no estaban disponibles una generación anterior” dice Hyman. La llegada de antidepresivos relativamente seguros y efectivos ha estimulado los diagnósticos prematuros y la forma de tratarlos capacitando al estudiante a permanecer en el sistema académico y funcionar lo suficientemente bien como para controlar las tareas que requiere una educación superior.
• Desde luego, siendo la adolescencia lo que es y estando los estudiantes fuera de casa, los que reciben tratamiento por una afección son quienes deliberadamente descuidan su medicación. Algunos se enganchan a la bebida y muchos, de forma errónea, creen que ahora que ya no están en casa donde apareció el problema, sus dificultades deberían desaparecer. Puede llevar algún tiempo, pero los síntomas vuelven.
• La enseñanza secundaria crea y expone a la vulnerabilidad. “El nivel de estrés en el campus es tan alto que favorecen la ansiedad y la depresión” indica la Dra. Linda K. Hellmich, directora del área de consulta de psicología del Instituto Carleton de Minnesota, de 1.800 estudiantes. “Todavía lo empeora más la falta de sueño en la que se ven inmersos. Los estudiantes creen que pueden verse privados de las necesarias horas de sueño sin sufrir las consecuencias”. No compiten únicamente por sus notas, sino que también lo hacen por conseguir ser el más estresado. Es cuestión de honor decir que han estado despiertos y en actividad durante varios días”.
• Su alto coste redunda en un mayor estrés. Padres y estudiantes suelen enfocar sus perspectivas hacia una universidad de élite y en el proceso de admisión con una rigurosidad y competitividad considerables ya desde edades tempranas. Seguro que han oído algún chiste sobre padres estimulando a sus niños a entrar en el jardín de infancia mejor para así empezar su camino hacia el éxito. Pero la presión sobre el futuro puede también verse como una reacción al estrés del mundo real—un intento de saber que el niño tiene opciones ya que el mercado laboral cambia y evoluciona.
• Siempre han habido estudiantes con problemas. Solo es que en las generaciones previas desaparecían del campus. Hoy, con los costos tan altos, las escuelas no pueden afrontar el sacrificio que presupone generar espacios libres y los padres han invertido demasiado en este punto y no quieren que sus hijos pierdan tiempo en conseguir primero su estabilidad.
• La diversidad presupone una falta de habilidades sociales. La creciente diversidad de la población estudiantil pone un límite que muchos no están preparados para abordar. “Si, es excitante encontrarse con personas de distintas culturas”, dice Christine Mullis, una reciente licenciada de Duke. "Pero implica más estrés en negociar con las diferencias. Un grupo distinto de estudiantes implica diferentes ideas de cómo establecer relaciones, dando como resultado un creciente fracaso de las mismas—entre sexos, razas, grupos étnicos—que contribuye a la infelicidad en el campus.
• Las habilidades en cuanto a tomar decisiones es cero. Mullis dice “muchos chicos no son felices por haber tomado decisiones equivocadas. Luego van a sus padres y les dicen que están deprimidos e insisten en tomar medicación para su infelicidad sin aprender primero a tomar mejores decisiones”. Las universidades no proporcionan modelos lo más aproximados posibles de un comportamiento exitoso para cuando sean adultos”, añade Mullis. Ni es la cultura una ayuda; es demasiado competitiva. Dice que los estudiantes incluso compiten acerca de sus trastornos alimenticios. Los consideran un “enorme problema imposible de erradicar debido a la forma de ser de las personas que desean imponer control en un entorno que no lo tiene".
• “Hay pocas salidas culturales para la rabia y la ansiedad. Hace una generación existían grandes movimientos de cambio social en los que los estudiantes se podían involucrar. Hoy, los estudiantes centran su interés en la interiorización. Lo propio es visto como la base de la acción”, dice Virginia Federman, "que conduce a acciones como la autolesión como forma de protesta”
• "Existe una nueva generación no reacia a la psicoterapia” y con el cada vez menos estigmatizado trastorno mental que lo hace más socialmente aceptable es más común buscar tratamiento—una actitud del estudiante de hoy más esperanzadora para su posterior vida.
• Es la mejor oportunidad para el cuidado de la persona en su totalidad. Este sistema ha desplazado al anterior cuidado de la salud mental en las escuelas. En muchas de ellas, se integran la salud tanto mental como física. El Dr. Morton M. Silverman, profesor de psiquiatría en la Universidad de Chicago y director del National Suicide Prevention Center, lo ve como una parte principal de la salud del estudiante. “Comparado con el mundo real, los centros de enseñanza ofrecen un cuidado de la salud más entendible”, dice Silverman, Jefe de la Sección de Consultores en Psicología en Chicago. “La pregunta es si los estudiantes obtendrán el mismo nivel de cuidados después de obtener su licenciatura”.
Via: Psychology Today Magazine