Del mismo modo y en igual proporción que el ser humano necesita ser feliz también necesita no serlo:-Fyodor Dostoevsky (1872), Los Endemoniados
La teoría e investigación de la psicología positiva ha ayudado a disipar el estereotipo de “feliz y estúpido”. Desde la teoría ampliamente difundida sobre emociones positivas de Fredrickson hasta las importantes investigaciones de Lyubomirsky, King y Diener que conectan satisfacción de vida con resultados positivos en importantes campos de la vida, ahora tenemos una base sólida para concluir que sentirse bien tiene consecuencias deseables.
Un artículo de Simone Schnall, Vikram Jaswal y Christina Rowe, publicado recientemente en Developmental Science, merece una especial atención ya que implica cierta discrepancia.
Se realizaron dos experimentos con niños:
En el primero, se pidió a unos niños de 10 a 11 años que escucharan segmentos de música, uno reconocido como causante de una disposición a la felicidad considerable y otro que inducía a la tristeza. Se les proporcionó a ambos grupos unas figuras que debían encajar perfectamente, con la debida atención que ello requiere al detalle. Los niños con una predisposición más alegre inducidos por la música ejecutaron peor la tarea encomendada que el otro grupo.
En el segundo experimento, se mostró a unos niños de 6 ó 7 años unos videos cortos que provocaban tanto felicidad, como un sentimiento indeterminado o de tristeza. Como en el primer estudio se les proporcionó una tarea que requería cierta concentración y detalle con figuras a encajar. Los niños con un sentimiento de felicidad volvieron a ejecutar peor la labor que los restantes.
Pongamos, no obstante, esta investigación—interesante, bien hecha e importante—en su correcto contexto, antes de quedarnos con la idea de que “La tristeza es buena” (Newsweek, 2008).
Primero, estos estudios no demuestran en absoluto que los niños felices son malos estudiantes. Ya sabemos que no es así. Todavía más, también sabemos que la felicidad está asociada con el pensamiento creativo, lo que Schnall y sus colegas saben sobradamente. La atención al detalle es una habilidad importante, aunque no la única que comporta una ejecución académica eficiente o éxito en la vida.
Segundo, estos estudios no demuestran que los niños con sentimientos de tristeza sean buenos estudiantes. ¡De ninguna de las maneras!
Tercero, de una forma más general, estos estudios hablan de la felicidad o de la tristeza como peculiaridades. La investigación es lo que los psicólogos denominan estados, que inducen a un carácter transitorio.
Los resultados vienen a demostrar que un sentimiento feliz puede incidir negativamente en ciertas circunstancias, específicamente en aquellas que requieren atención o detalle.
Quiero evitar la generalización de estos hallazgos, especialmente a aquellos que inducen a arrasar por completo la tristeza, la depresión y el pesimismo, resaltando que existen estudios que muestran ciertos beneficios y en ciertas circunstancias (de la misma forma que la felicidad y el optimismo los tienen en otras).
La psicología positiva es en ocasiones cuestionada por instar de forma inexorable a la alegría y la felicidad en las personas. No creo que la tenga, pero sin darle mayor importancia, no dimensionemos en otra dirección la utilización de estudios como este para justificar la tristeza o glorificar la ansiedad y la depresión.
Mi recomendación es estimular a las personas a que se beneficien de sus estados de ánimo de acuerdo con las demandas que deban afrontar en las diferentes circunstancias de la vida.
Así pues: No intente realizar tareas que requieran detalle como leer o comprobar sus cuentas cuando esté en un momento de un ánimo alterado, del mismo modo que no intente planear cambios profundos en su vida o idear nuevos proyectos cuando esté triste.
Por Christopher Peterson, doctor en psicología
Revista: The Good Life (La buena vida)
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