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20 diciembre 2007

¿Soy Normal?

Primera Parte de ¿Soy normal?

Le llamaban “el Tiburón”.
Nicolás, un abogado de 26 años está orgulloso de su apodo y de la rudeza que inspira. Seguro de sí mismo y a la vez encantador, puede ser también arrogante, manipulador y engañoso—no ve nada malo en estas cualidades que ve útiles para tener éxito en los casos que lleva entre manos y con las mujeres. Más tarde, sin embargo, su carácter entra en una espiral de problemas. Empieza a consumir cocaína. No puede resistir la tentación de acudir a clubes de “estrip-tease” y casinos. Ya se ha casado y divorciado dos veces. Incluso los éxitos en su carrera se han visto en peligro por su hábito de hacer proposiciones a compañeras de trabajo. Nicolás piensa asistir a la consulta de un psicólogo, ya que su ansiedad le perturba terriblemente. Una vez allí indica que tiene una personalidad “antisocial”: de forma constante y a menudo no tiene ningún escrúpulo en anteponer sus propios intereses al de los demás. Las tendencias antisociales de Nicolás impregnan su forma de ser—como todo ser vivo con una personalidad narcisista: no puede ver pasar su propia grandiosidad sin que sea suficientemente valorada o en cuanto a su personalidad obsesiva: no puede levantar sus ojos de sus tareas que suelen ser meticulosas y exactas.
La idea de que la naturaleza humana puede ser refractada a través de peculiaridades de la personalidad—grupos distintivos de pensamientos y sentimientos que alteran las acciones personales—ha sido considerada durante un largo período de tiempo, aunque está cobrando un nuevo impulso. Por un lado, nos da una alta definición de los caracteres humanos y su gran variedad. También alienta nuevas apreciaciones sobre la diversidad de influencias en comportamientos, desde genes hasta estilos de vida.

Como resultado de ello, la nueva visión de la personalidad indica una revolución en la forma en que vemos los trastornos, marcando un paso adelante desde las rígidas categorías de la patología a un sentido más orgánico de la forma en que las personas encajan en su mundo. Después de todo, ¿no se supone que todos los abogados son agresivos?, ¿no se considera que todos los actores son narcisistas? y ¿no son los contables y los editores recompensados por su compulsiva atención a los detalles?

Durante muchos años los problemas graves de carácter y personalidad se creía que eran en extremo raros y, lo que es más, se miraban como imposibles de tratar. Los trastornos de personalidad quedaban recluidos en su propia parcela patológica.

Pero una nueva avalancha de teorías, servicios y técnicas está en la actualidad barriendo las antiguas presunciones en cuanto a personalidades problemáticas. Las disfuncionales parecen ser en realidad muy comunes, afectando alrededor de 30 millones de americanos—una persona de cada siete. Esta mayor conciencia sobre el incremento del problema ha proporcionado avances importantes en su comprensión y tratamiento, así como un nuevo amanecer de lo que llamamos enfermedad mental. Lo más sorprendente es que los investigadores han acumulado evidencias con respecto a que la línea que separa la personalidad normal o no es mucho más sutil de lo que se imaginaba. Ello puede significar que nuestra concepción de enfermedad mental debe revisarse—y que la gente “normal” suele tener también rasgos de trastorno mental. La perspectiva puede ser una distinción entre estilos de personalidad y trastornos de personalidad. Cualquier patrón específico de pensamiento y sentimiento puede expresarse como sano, peculiar, estilos de personalidad o expresadas de una forma más florida como trastorno de personalidad diagnosticable clínicamente. Los psicólogos reconocen 10 tipos distintos de personalidades que, al manifestarse de forma intensa, representan a su vez 10 trastornos de personalidad diferentes.
Fin Primera parte

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