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17 marzo 2008

Ansiedad, personalidad y sentido del humor

¿Le gusta explicar chistes?, ¿es usted un bromista?, ¿prefiere emplear la ironía? La forma en que manifiesta su sentido del humor puede indicar cómo se relaciona con los demás y con usted mismo.
El sentido del humor es un valor añadido al mostrar una personalidad. Lo admiramos en los demás y estamos orgullosos de hacer gala del nuestro, quizá más que una buena apariencia o inteligencia. Si alguien demuestra un buen sentido del humor, razonamos que es feliz, seguro socialmente y tiene una buena perspectiva de la vida, controlando así su ansiedad.
Esta actitud hubiese sorprendido a los antiguos griegos quienes opinaban que el humor era esencialmente agresivo. En realidad, nuestra admiración por el talento en la comedia es relativamente reciente, y no excesivamente bien fundada, dice Rod Martin, psicólogo en la Universidad del Oeste de Ontario quien estudia la forma en que la gente utiliza su sentido del humor. Sus investigaciones muestran que ser gracioso no es necesariamente un indicador de unas buenas habilidades sociales ni de bienestar o control de la ansiedad—también puede señalar un defecto en la personalidad.
Advierte que el humor satírico es un arma de doble filo. Puede favorecer las relaciones y ayudar a afrontar la vida o puede ser corrosivo, desgastar la autoestima o incluso crear antagonismos. “Es una forma de comunicación y todos lo utilizamos de forma distinta”, dice Martin.
Utilizamos vinculaciones humorísticas para mejorar nuestras conexiones sociales, pero también manejarlas como una forma de excluir o rehusar. Del mismo modo, utilizar el humor puede ser en ocasiones una forma de adaptarse buscando una respuesta saludable: Los empleados que sufren las consecuencias de las acciones de un jefe tirano, pueden a menudo hacer más soportable sus horas de oficina ridiculizando secretamente al motivador de su rencor.
Aunque el humor es esencialmente social, la forma de utilizarlo dice mucho sobre el sentido en sí mismo. Los que lo usan como autodefensa, haciendo burla de ellos mismos para diversión de los demás, tienden a mantener esa hostilidad hacia ellos mismos incluso cuando están solos. De forma similar, aquellos que son capaces de ver el mundo con una tolerancia divertida suelen perdonar sus propios fallos.
Humor satírico
Este tipo de humor agresivo se utiliza para criticar y manipular a los demás mediante la ironía, el sarcasmo y el ridículo. Cuando se utiliza hacia los políticos suele producir hilaridad y en su mayoría no es dañino. Pero en el mundo real puede tener un impacto punzante. Ese humor, como contar a un amigo una historia embarazosa de otro amigo, es una forma aceptada socialmente de desplegar agresión y hacer que los otros tengan una mala apariencia mientras uno conserva la suya.
El bromista destructivo a menudo vuelve sus ironías hacia una “tomadura de pelo” como defensa, permitiendo así al agresor evitar responsabilidades. Martin no ha descubierto evidencia alguna de que aquellos que confían en este tipo de humor estén menos ajustados que los demás, aunque sí pagan un peaje en cuanto a mantener relaciones personales.
Humor vinculante
La persona que utiliza ese tipo de humor se complace en decir cosas graciosas, cuenta chistes, bromea con situaciones graciosas y generalmente hace que en su entorno haya buen ambiente. Estas son las personas que dan buen nombre al humor. Se percibe como una persona cálida, amable, capaz para reducir la tensión en situaciones no demasiado agradables y de reírse de sus propios errores.
Los comediantes hacen suya la audiencia compartiendo el humor blanco en el que se implica la vida cotidiana. Su mensaje básico: Nos sentimos vinculados al encontrar caricaturizadas las mismas cosas en los mismos entornos. Después de todo, un sentimiento de inclusión puede hacerse más dulce mediante el conocimiento de que alguien más forma parte de él.
Por: Louise Dobson
Vía: Psychology Today Magazine, Jul/Aug 2006
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