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03 abril 2007

Investigación constante

¿Cómo aprendemos esa canción pegadiza que suena en la radio? ¿Cómo recordamos aquel juguete que tanto nos hacía disfrutar cuando éramos niños? El aprendizaje y la memoria son fascinantes fenómenos cerebrales que van ineludiblemente cogidos de la mano. El aprendizaje es el proceso de adquirir conocimiento a través de la experiencia; éste produce la memoria, que a su vez se define como la habilidad del cerebro de retener y recuperar información.
Los científicos saben que en el cerebro hay áreas críticas para el aprendizaje y la memoria, y que estas áreas funcionan como una red, en la cual cada región tiene un rol diferente que desempeñar. Por ejemplo, el hipocampo es un área del cerebro sumamente importante en la formación de la memoria. Otra área importante es la corteza cerebral, en particular la corteza prefrontal, la cual ayuda en la retención de memorias a corto plazo. Una tercera área de importancia es la amígdala, que controla aspectos emocionales del aprendizaje y la memoria.
Recientemente tres grupos de investigadores publicaron tres artículos consecutivos sobre sus estudios relacionados con el aprendizaje y la memoria en la prestigiosa revista científica 'Learning & Memory'.
Un estudio estudió el rol de una proteína llamada Nurr1 en el hipocampo. Se sabe que esta proteína tiene un rol en el desarrollo de neuronas que se ven afectadas en desórdenes como la esquizofrenia, pero se desconoce su importancia en procesos de aprendizaje y memoria. Este grupo encontró que la supresión de Nurr1 en el hipocampo afecta el aprendizaje de las ratas y la formación de memorias a largo plazo. Interesantemente, las características de estas ratas son análogas a los síntomas de pacientes esquizofrénicos, depresivos y obsesivo-compulsivos, por lo que descubrimientos como éste podrían arrojar luz sobre los mecanismos moleculares de estas enfermedades neurosiquiátricas.
Hay memorias transitorias, como la que nos permite recordar por varios minutos un número de teléfono antes de marcarlo, y acto seguido olvidarlo. La corteza prefrontal media este tipo de memoria, que decae según vamos envejeciendo. La administración de fármacos que estimulan ciertos receptores en el cerebro ayudan a mejorar esta función, pero se desconoce cuál es el mecanismo.
Un investigador ha hallado resultados que sugieren que estos fármacos actúan inhibiendo una proteína (llamada segundo mensajero AMP cíclico), sumamente importante en procesos celulares, y cuya inhibición mejora la consolidación de la memoria.
El último integrante de este trío investigó el rol de la corteza prefrontal en la expresión del miedo aprendido, una conducta que se relaciona a condiciones como el Trastorno de Estrés Post-Traumático. Aunque se sabe que la amígdala es el almacén de las memorias asociadas al miedo, se cree que la corteza prefrontal controla la manifestación de esas memorias almacenadas. Pues bien, éste descubrió que dos subregiones de la corteza prefrontal (la subregión prelímbica y la subregión infralímbica) tienen efectos opuestos en la expresión del miedo aprendido, aumentando o disminuyendo, respectivamente, la expresión del miedo aprendido almacenado en la amígdala. El conocimiento de cómo funcionan estos circuitos relacionados al miedo aprendido podría proveer tratamientos para pacientes con trastorno de miedo y ansiedad.
El aprendizaje y la memoria dependen de una maquinaria complicada y bien aceitada para su funcionamiento normal. Aunque descifrar este rompecabezas es una tarea titánica, día a día, neurocientíficos del mundo se dedican a desenmarañar los secretos de los procesos que le permitirán recordar lo que acaba de leer.

1 comentario:

cheiroajasmim dijo...

Acabei de ler «Ao Encontro de Espinosa - As Emoções Sociais e a Neurologia do Sentir» de António Damásio.

Achei interessantissima a frase: os sentimentos não são uma mera decoração das emoções, qualquer coisa que possamos guardar ou deitar fora.