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30 julio 2008

Saque provecho de sus estados de ánimo

Del mismo modo y en igual proporción que el ser humano necesita ser feliz también necesita no serlo:-Fyodor Dostoevsky (1872), Los Endemoniados
La teoría e investigación de la psicología positiva ha ayudado a disipar el estereotipo de “feliz y estúpido”. Desde la teoría ampliamente difundida sobre emociones positivas de Fredrickson hasta las importantes investigaciones de Lyubomirsky, King y Diener que conectan satisfacción de vida con resultados positivos en importantes campos de la vida, ahora tenemos una base sólida para concluir que sentirse bien tiene consecuencias deseables.
Un artículo de Simone Schnall, Vikram Jaswal y Christina Rowe, publicado recientemente en Developmental Science, merece una especial atención ya que implica cierta discrepancia.
Se realizaron dos experimentos con niños:
En el primero, se pidió a unos niños de 10 a 11 años que escucharan segmentos de música, uno reconocido como causante de una disposición a la felicidad considerable y otro que inducía a la tristeza. Se les proporcionó a ambos grupos unas figuras que debían encajar perfectamente, con la debida atención que ello requiere al detalle. Los niños con una predisposición más alegre inducidos por la música ejecutaron peor la tarea encomendada que el otro grupo.
En el segundo experimento, se mostró a unos niños de 6 ó 7 años unos videos cortos que provocaban tanto felicidad, como un sentimiento indeterminado o de tristeza. Como en el primer estudio se les proporcionó una tarea que requería cierta concentración y detalle con figuras a encajar. Los niños con un sentimiento de felicidad volvieron a ejecutar peor la labor que los restantes.
Pongamos, no obstante, esta investigación—interesante, bien hecha e importante—en su correcto contexto, antes de quedarnos con la idea de que “La tristeza es buena” (Newsweek, 2008).
Primero, estos estudios no demuestran en absoluto que los niños felices son malos estudiantes. Ya sabemos que no es así. Todavía más, también sabemos que la felicidad está asociada con el pensamiento creativo, lo que Schnall y sus colegas saben sobradamente. La atención al detalle es una habilidad importante, aunque no la única que comporta una ejecución académica eficiente o éxito en la vida.
Segundo, estos estudios no demuestran que los niños con sentimientos de tristeza sean buenos estudiantes. ¡De ninguna de las maneras!
Tercero, de una forma más general, estos estudios hablan de la felicidad o de la tristeza como peculiaridades. La investigación es lo que los psicólogos denominan estados, que inducen a un carácter transitorio.
Los resultados vienen a demostrar que un sentimiento feliz puede incidir negativamente en ciertas circunstancias, específicamente en aquellas que requieren atención o detalle.
Quiero evitar la generalización de estos hallazgos, especialmente a aquellos que inducen a arrasar por completo la tristeza, la depresión y el pesimismo, resaltando que existen estudios que muestran ciertos beneficios y en ciertas circunstancias (de la misma forma que la felicidad y el optimismo los tienen en otras).
La psicología positiva es en ocasiones cuestionada por instar de forma inexorable a la alegría y la felicidad en las personas. No creo que la tenga, pero sin darle mayor importancia, no dimensionemos en otra dirección la utilización de estudios como este para justificar la tristeza o glorificar la ansiedad y la depresión.
Mi recomendación es estimular a las personas a que se beneficien de sus estados de ánimo de acuerdo con las demandas que deban afrontar en las diferentes circunstancias de la vida.
Así pues: No intente realizar tareas que requieran detalle como leer o comprobar sus cuentas cuando esté en un momento de un ánimo alterado, del mismo modo que no intente planear cambios profundos en su vida o idear nuevos proyectos cuando esté triste.
Por Christopher Peterson, doctor en psicología
Revista: The Good Life (La buena vida)

24 julio 2008

¿Qué saben los bebés sobre la ansiedad y algo más…?

Mientras Daniel está sentado en su sillita detrás de la pantalla oscura un repentino gesto de preocupación se aprecia en sus cejas de 9 meses. Sus ojos buscan la tranquilizadora imagen de su madre. Ella le llama y hace ruidos suaves, pero los sentidos de Daniel le están diciendo que algo inusual sucede produciéndole ansiedad. Se pone el dedo pulgar en la boca para calmarse pero como no lo consigue, su boca se contrae y su cuerpo se pone en tensión. Su mamá le coge, le tranquiliza y dos minutos después Daniel vuelve a su sillita detrás de la pantalla oscura en “Babylab” (laboratorio de bebés) una unidad creada en 2005 en la Universidad de Manchester al norte de Inglaterra que investiga cómo piensan y sienten los bebés.
Al ver a un conjunto de bebés, sus sentidos, emociones y habilidades motoras, el estudio toma forma; es una fuente de misterio y un sinfín de conocimientos fascinantes –al menos por lo que refiere a los padres y psicólogos en cuanto a su desarrollo. Podemos codificar sus signos de disgusto, ansiedad o leer millones de mensajes en sus primeras sonrisas. Pero ¿qué es lo que sabemos sobre lo que se esconde detrás de esos grandes e inocentes ojos? Más información sobre cordón umbilical
¿Qué parte de su comprensión y respuesta al mundo viene precargada en el momento del nacimiento y cuánto es producto de la experiencia? Estas son las preguntas que se exploran en el “laboratorio de bebés”. Si bien se ha efectuado el estudio a niños de 18 meses y sólo a 100 de ellos, en la actualidad ya existe una corriente de pensamiento sobre lo que los bebés saben y cómo llegan a saberlo.
Daniel está ahora absorto viendo una cinta de video en la que aparece un tren rojo de juguete en un tramo de vías circular. El tren desaparece en un túnel y vuelve a salir por el otro lado. Un dispositivo oculto encima de la pantalla está siguiendo los ojos de Daniel mientras sigue el tren, midiendo el diámetro de sus pupilas 50 veces por segundo. A medida que el niño se aburre o se “habitúa” como los psicólogos llaman al proceso, su atención decae, pero vuelve a remontar siempre que se introduzca una novedad. El tren podría ser verde o azul, pero en ocasiones algo imposible ocurre y el tren entra en el túnel de un color y sale de otro, adquiriendo por ejemplo el color rojo.
Variaciones de este tipo, examinando siempre la reacción del niño, ha sido una herramienta estándar del desarrollo psicológico desde los pioneros suizos en este campo, Jean Piaget, que empezó sus experimentos en los años 20. Su trabajo le encaminó hacia el convencimiento de que los bebés antes de los 9 meses no tienen conocimiento innato de cómo funciona el mundo o ningún sentido de “permanencia de objeto” (que la gente y las cosas todavía existen incluso si no son vistas). En su lugar, los bebés deben construir gradualmente este conocimiento a partir de la experiencia. Las teorías “constructivistas” de Piaget fueron masivamente influyentes en educadores y psicólogos de la post guerra, pero en los últimos veinte años han sido “aparcadas” por una nueva generación de psicólogos y de ciencias cognitivas cuyos sofisticados experimentos les han conducido a teorizar sobre el hecho de que los bebés llegan ya equipados con alguna clase de conocimiento sobre el mundo físico e incluso programación rudimentaria sobre matemática y lenguaje. El director de “Babylab” Sylvain Sirois ha desarrollado estas espectaculares teorías sobre bebés a través de rigurosas pruebas.

Lo que Sirois y su colaborador Iain Jackson han realizado es la interpretación de una variedad de experimentos clásicos iniciados a mediados de los años 80 en los que se presentaban a los bebés eventos físicos que parecían contradecir conceptos básicos como la gravedad, solidez y continuidad. En la Universidad de Illinois, el psicólogo Renée Baillargeon, realizó un experimento en el que un panel de madera parecía pasar a través de una caja. Baillargeon y Elizabeth Spelke observaron que los bebés de 3 meses y medio prestaban más atención al acontecimiento imposible que a uno normal. Su conclusión fue la de que: los bebés disponen ya de conocimientos incorporados que les permiten reconocer si algo va mal.
Sirois no toma partido acerca de la forma en que se realiza el experimento “los métodos son más o menos correctos, el problema es la interpretación que se les da”, dice. En una revisión crítica publicada recientemente en el European Journal of Developmental Psychology, tanto él como Jackson vierten un jarro de agua fría sobre los recientes ensayos que afirman haber observado habilidades sociales cognitivas innatas o precoces en bebés. Sus propios experimentos indican que la fascinación provocada por eventos físicamente imposibles reflejan simplemente una respuesta a estímulos nuevos. Los datos sobre el seguimiento del ojo y la dimensión de las pupilas (que se hacen más grandes en respuesta a acontecimientos que despiertan interés y proporcionan excitación de alguna forma) demuestran que sucesos imposibles involucrando objetos familiares no despiertan más atención que aquellos que son posibles pero que involucran objetos nuevos. En otras palabras, cuando Daniel haya visto el tren rojo salir del túnel varias veces estará tan aburrido como antes viendo el tren del mismo color entrar y salir. El error en las investigaciones anteriores, dice Sirois, ha sido el llegar a la conclusión de que los niños pueden entender el concepto de una imposibilidad partiendo del hecho de que son capaces de percibir una novedad en ésta. “La explicación real es el aburrimiento”, indica.
Así pues, ¿cómo los niños pasan de jugar a las escondidas a dibujar—tarea que la hermana de Daniel de 2 años y medio realiza a la perfección mientras espera a su hermano? “Los niños deben aprenderlo todo, pero como Piaget dice, empiezan con algunos reflejos primitivos que les permiten hacer cosas, indica Sirois. Por ejemplo, existe un sistema intuitivo en el cerebro que dirigen los ojos de los bebés hacia la cara humana. Partiendo de los estudios imaginación-cerebro también sabemos que el cerebro tiene una especie de compartimiento intermedio que continúa representando objetos después de haber sido eliminados del objetivo visual—una percepción duradera más que una comprensión conceptual, por lo que cuando los bebés encuentran novedades o acontecimientos inesperados, explica Sirois, “Hay un desajuste entre ese compartimiento y la información obtenida en ese momento y lo que hacemos cuando se observa un desajuste es tratar de aclararlo y eso hace que se preste atención. “Aprender, dice Sirois, es esencialmente el trabajo laborioso de resolver desajustes. La cosa es que se puede hacer muchísimo con eso húmedo y pegajoso que denominamos cerebro. Es una máquina de aprendizaje fantástica”, el examen de Daniel finaliza, coge un tigre de plástico y lo mordisquea en la cabeza, sonríe como si estuviese de acuerdo.
Psychology Today

04 julio 2008

Respiración, estrés y ansiedad

Respire hondo. Ahora exhale muy lentamente. Quizá no lo percibe pero su corazón acaba de ralentizarse un poco. No se preocupe, volverá a su velocidad normal cuando inhale de nuevo. Ese batir regular-irregular es señal de una interacción saludable entre corazón y cabeza. Cada vez que exhala, su cerebro envía una señal al nervio vago que hace que el músculo cardíaco vaya más lento. Con cada inhalación la señal se debilita y su corazón se restablece. Al inhalar, va más rápido. Al exhalar más lento. Es un ritmo que ayuda a que su corazón tenga una vida más duradera.
Y eso nos lleva a cómo controlar el estrés y evitar el “efecto quemado”. He aquí algunas sugerencias:

RECUERDE RESPIRAR ADECUADAMENTE
LA EVOLUCIÓN HA LLEGADO A NUESTRO CEREBRO con una variedad de mecanismos para controlar los altibajos de la vida—interruptores de circuitos químicos incorporados que desconectan las hormonas del estrés de las redes de nervios cuyo único fin es el de proporcionar calma. El problema por lo que se refiere a estar siempre conectado, siempre en marcha, consiste en que debe encontrar un tiempo para tomarse un descanso de la rutina diaria—y no precisamente con un viaje de fin de semana ocasional.
Puede ignorar la necesidad biológica de desconectar periódicamente, pero existe la evidencia cada vez más creciente de que más tarde o más temprano el estrés y la ansiedad podrá con usted. Las compañías de seguros están alertando sobre los casos de estrés, depresión y el “efecto quemado” ya que están adquiriendo unas proporciones considerables, así como la categoría de trastornos discapacitantes.
Peor aún, se tiende a afrontar el estrés con métodos equivocados. Un estudio revela que con frecuencia tratamos el estrés crónico viendo la televisión, descuidando nuestro cuerpo, también los alimentos sanos y evitando lo que podría aliviar la carga del estrés—como el ejercicio o relajarse hablando con los amigos o la familia de una forma distendida. En realidad, la utilización de nuestros queridos avances tecnológicos como móviles, correos electrónicos—para dar dos ejemplos—que supuestamente tendrían que ayudarnos a organizar mejor nuestro tiempo, resulta que lo que hacen es que nos resulte cada vez más difícil desconectar de nuestro trabajo, generando trastornos de ansiedad. Por otro lado, el trabajo en casa, en algunos casos, incrementa el problema debido a que aísla a la persona desdibujando la línea entre horas de trabajo y de ocio.
Tenemos también algunas concepciones erróneas acerca de cómo eliminarlo y por qué. Hace unos veinte años los psicólogos incidían casi exclusivamente en el estrés del trabajo o la falta de control y organización en el trabajo. Estudios más recientes, dice Christina Maslach, pionera en la investigación del “efecto quemado” en Berkeley, Universidad de California, demuestran que las injusticias y la falta de adaptación entre compañeros de trabajo o jefes juega un papel cada vez más creciente en disparar el estrés.
“Probablemente uno de las causas más fuertes es cuando existe un vacío de información—silencio sobre el por qué se adoptaron decisiones de una determinada forma”, dice Maslach. "Otra es tener que operar en conflicto con sus valores. ¿Es necesario ocultar la verdad para conseguir la autorización de una compañía de seguros?, ¿está vendiendo cosas que sabe que no se necesitan?”

EL ESTRÉS ALTERA LA QUÍMICA DE LA SANGRE
DURANTE AÑOS los psicólogos se han concentrado en los síntomas de comportamiento del “efecto quemado”: pérdida de energía, de entusiasmo y de autoestima. Ahora, gracias a los nuevos escáneres del cerebro y pruebas en sangre más sofisticadas, los científicos pueden medir directamente algunos de los efectos del estrés en mente y cuerpo—a menudo con resultados sorprendentes.
Probablemente usted está familiarizado con los signos del ir y venir de la adrenalina (pulso acelerado, vello erizado en el pescuezo, etc.) lo que nos ayuda a aprestarnos a la lucha o huir de enemigos o daños inmediatos. O quizá ha oído hablar del cortisol, otra hormona del estrés, que se produce con más lentitud que la adrenalina y permanece en el torrente sanguíneo más tiempo. ¿Sabía que un poco de cortisol en sangre puede ser tan malo como demasiado?, o que ¿darse un atracón de los alimentos que más nos gustan, aunque puede aliviarnos a corto plazo, quizá sabotee la respuesta del estrés a largo plazo incrementando el número de proteínas inflamatorias en su cuerpo?

EL ESTRÉS PUEDE EVITARSE
LEVANTARSE DE LA CAMA PUEDE SER DURO PARA SU CUERPO. Horas antes de despertarse cada mañana una pequeña región en la base de su cerebro denominada hipotálamo envía una señal que alerta a las glándulas suprarrenales para que empiecen a bombear cortisol, que actúa como una señal de alerta. Los niveles de cortisol continúan elevándose una vez está consciente en respuesta a: “!Oh, he aquí otro día!”. Ello puede explicar el por qué se originan tantos ataques cardíacos entre las 6 y las 8 horas de la mañana.
Debido a que el cortisol es una hormona que actúa durante mucho tiempo, puede permanecer en la cama sin perder energía. Pero su cerebro está ya tomando las medidas oportunas para protegerle del hecho de afrontar un nuevo día. La elevación de los niveles de cortisol señala al hipotálamo que detenga el sonido de alarma. Otras partes del cerebro alertan y eventualmente las glándulas suprarrenales detienen la producción de cortisol. En otras palabras, la respuesta al estrés del cerebro contiene su propio interruptor de apagado.
El cortisol, medido en saliva, llega a un pico unas pocas horas después de haberse despertado. Los niveles descienden durante el curso del día—con algunos altos y bajos. Ese patrón cambia, sin embargo, en personas con depresión. Sus niveles de cortisol se eleva en las primeras horas de la mañana, pero permanece alto durante todo el día. Es como si su hipotálamo hubiese olvidado como apagar la respuesta del estrés. Lo más curioso es que las personas que se encuentran privadas del sueño exhiben también un alto y plano nivel de cortisol).
Los investigadores creyeron que algo similar pasaba con las víctimas del “efecto quemado”. En lugar de encontrar un pico prominente de cortisol, descubrieron una subida superficial seguida por un nivel bajo y plano a lo largo del día. Curiosamente, cabe destacar que tales respuestas de cortisol son también comunes entre los supervivientes del holocausto, víctimas de secuestro y soldados que padecen trauma post-traumático. La diferencia reside en que éstos son mucho más sensitivos al cortisol incluso a esos niveles bajos que los que sufren el “efecto quemado”. “Solemos dar la culpa al cortisol alto”, dice Rachel Yehuda, una experta neuroquímica en traumas postraumáticos en el Instituto de Medicina Monte Sinaí en Nueva York .Ahora, podemos hacerlo también con el cortisol bajo”.

EL ESTRÉS PUEDE HACERLE PARECER MAYOR
LOS CIENTÍFICOS HAN SOSPECHADO DESDE HACE MUCHO TIEMPO que el estrés puede dañar al sistema inmunitario pero no estaban seguros de cómo se producía. Hace dos años, investigadores de la Universidad de San Francisco en California estudiaron las células blancas de la sangre de un grupo de madres cuyos hijos sufrían trastornos crónicos como autismo o parálisis cerebral y observaron claros signos de aceleración en los parámetros determinantes de la edad en aquellos sujetos que habían tenido un gran desgaste de ese sistema cuidando a los niños con discapacidades importantes o que con escaso control sobre sus vidas.
Los cambios se observaban en estructuras microscópicas denominados telómeros, comparados a menudo con las envolturas de plástico de los extremos de los cordones de los zapatos los cuales mantienen unidos a los cromosomas. Como regla general, las células más jóvenes disfrutan de los telómeros más largos y los telómeros en las mamás más estresadas eran significativamente más cortos que sus equivalentes, envejeciendo significativamente desde un punto de vista genético su edad cronológica.

EL ESTRÉS NO OFRECE LAS MISMAS OPORTUNIDADES
EN 1995, UNOS CIENTÍFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE TRIER en Alemania, sometió a 20 varones voluntarios a una situación en la que con seguridad calcularon se elevarían sus niveles de estrés: participaron en una entrevista de trabajo simulada en la que debían resolver problemas aritméticos delante de especialistas que les rectificaban al cometer el menor error. Como se esperaba, cada uno de los niveles de cortisol se elevó en principio, pero durante el segundo día de la prueba, la mayoría de los niveles de cortisol no lo hizo significativamente (la experiencia les enseñó que la situación no era tan mala). Siete de los hombres, sin embargo, exhibieron puntas de cortisol cada vez más altas. Solo el quinto día sus reacciones empezaron a desaparecer.
Más recientemente, los investigadores han llegado a la conclusión de que los sujetos con baja autoestima son más vulnerables al estrés. Jens Pruessner de la Universidad McGill de Montreal cree que el hipocampo, una estructura localizada en lo profundo del cerebro es como mínimo parcialmente responsable. El hipocampo ayuda a formar memorias nuevas y recuperar antiguas, particularmente sensible a la cantidad de cortisol en el cerebro. Por lo que cuando los niveles empiezan a aumentar, el hipocampo envía un juego de señales que ayuda a detener los volúmenes de cortisol.
Utilizando varios tipos distintos de escáneres cerebrales, Pruessner constató que quienes muestran poseer un nivel de autoestima más bajo tienden a tener un hipocampo más pequeño que la media. Las diferencias parecen claras sólo cuando se comparan grupos de personas, remarca Pruessnes, así no se puede mirar el escáner de una persona y determinar si él o ella tiene un flujo bajo, pero al hacerlo con los resultados globales, sugieren que un hipotálamo pequeño simplemente tiene más problemas en persuadir al resto del cerebro para que apague la respuesta al estrés.

EXISTE MÁS DE UNA FORMA DE ALIVIAR EL ESTRÉS
ESTA ES PROBABLEMENTE LA LECCIÓN MÁS DIFICIL DE INTERIORIZAR DEBIDO A QUE cuando el estrés inunda el sistema, a menudo las opciones parecen ser más limitadas de lo que son en realidad. Los científicos del comportamiento tienen un nombre para esta reacción psicológica. La llaman incapacidad de aprendizaje, y han estudiado el fenómeno en el laboratorio con roedores, cuyo sistema nervioso presenta similitudes con el de los humanos.
He ahí como funciona el experimento: se proporciona al animal una ruta de escape, que por lo general aprende muy rápido para evitar el shock eléctrico que se produce pocos segundos después de oír un tono. Pero si la ruta de escape está bloqueada siempre que escuche el tono y al producirse la situación de estrés, detendrá su intento de escapar. Más tarde, al despejar de nuevo la ruta de escape, el animal simplemente se queda parado al oír el tono—a pesar de que anteriormente sabía cómo salir.
Por supuesto, el ser humano tiene más recursos intelectuales que el ratón pero el sustrato permanece. Cuando demasiadas reglas cambian, cuando lo que solía funcionar ya no lo hace, la habilidad para razonar se bloquea. Sólo sabiendo las tendencias que le dirigen hacia la incapacidad de aprendizaje puede ayudarle a identificar y desarrollar hábitos saludables que aminoren como mínimo su carga.
No obstante, deben tenerse en cuenta los riesgos. La investigación con animales ha demostrado que existe sólo una pequeña ventana para invertir los efectos psicológicos del estrés crónico. Los estudios con humanos han empezado a dar resultados similares. Una vez los niveles de cortisol se saturan, parece permanecer así durante años. Téngalo en cuenta y coméntelo con sus seres queridos para que esto no ocurra.
Origen: Time magazine