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15 febrero 2007

Las mujeres y la ansiedad

Tiene nombre femenino y encarna particularmente en ellas. Nunca como en estos tiempos, las mujeres han corrido tanto y se han sobrexigido más. Se entregan a la familia, al trabajo, a otras actividades con tanta pasión que casi nunca ponen los ojos en ellas mismas… ¿Resultado? La ansiedad se les desborda como espuma de cerveza.
En ocasiones, sentirse nerviosa, con un hormigueo en el estómago, el corazón que late de prisa y las manos sudorosas, es algo normal ante una situación difícil o estresante. Nuestro sabio organismo tiene prevista tales respuestas, que también aparecen ante un peligro inminente. Resumiendo, es un mecanismo adaptativo natural que nos permite ponernos alerta ante sucesos comprometidos. Un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente tensas. Una ansiedad moderada puede ayudarnos a mantenernos concentrados y afrontar los retos que tenemos por delante. Sin embargo, a veces el sistema de respuesta funciona mal. La ansiedad se presenta de manera desproporcionada de acuerdo con la situación, incluso, llega a desencadenarse sin motivo aparente. En estos casos, cuando se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, entonces se la considera como un trastorno.
Los trastornos por ansiedad son, en conjunto, la enfermedad psiquiátrica más frecuente. El sitio web www.institutoklein.com muestra los diferentes tipos, cada uno con sus propias características:
Trastorno de ansiedad generalizada: Se trata de una tensión crónica aún cuando nada parece provocarla. Esta preocupación o nerviosismo excesivo es casi diario y se diagnostica como tal cuando tiene una duración mínima de seis meses.
Trastorno de pánico (o ataque de angustia): Se experimentan crisis recurrentes de angustia que surgen espontáneamente. Se trata de una ansiedad aguda y extrema en la que es frecuente que la persona siente que va a morir. Estos ataques repentinos de miedo intenso no tienen una causa directa. En ocasiones, los pacientes que sufren este trastorno desarrollan angustia a experimentar el próximo ataque, cuya ocurrencia no pueden prever, es la llamada ansiedad anticipatoria.
Trastorno fóbico: Tiene como rasgo esencial la presencia de un temor irracional y persistente ante un objeto específico, actividad o situación con la consecuente evitación del objeto temido. Por ejemplo, el miedo a volar, a los pájaros o a los espacios cerrados, a la oscuridad, etc.
Trastorno obsesivo-compulsivo: Se trata de pensamientos o acciones no voluntarios que el paciente no puede dejar de pensar o hacer para no generar ansiedad. En todo caso, el sujeto reconoce el carácter absurdo de sus pensamientos o acciones. Por ejemplo: lavarse las manos a cada rato, contar cosas, etc.
Trastorno por estrés post-traumático: Se presenta en casos que hay secuelas psicológicas desagradables tras el impacto de un trauma emocional, como en el caso de un accidente o violación. Se caracteriza por los recuerdos persistentes del suceso traumático, un estado emocional con exaltada vigilancia y la reducción general de interés por los sucesos cotidianos.
¿Qué hacer?
La ansiedad es sobre todo un sentimiento de miedo. La fuente de este desasosiego no siempre se sabe o se reconoce, lo cual aumenta la angustia que causa.
La solución más efectiva para un problema de ansiedad, recomiendan los expertos, es intentar encontrar su causa, aunque lamentablemente esto no siempre es posible. El primer paso entonces consiste en hacer un inventario de los factores que podrían estar ocasionando el exceso de ansiedad, por ejemplo, ¿Qué situación me lo crea? ¿Pienso en algo constantemente? ¿Por qué no puedo olvidar un problema si no es tan grave?
Identificado el asunto que nos tiene ansiosa, el otro paso es buscar a una persona confiable, y sentarse a conversar de lo que nos preocupa; sobre todo precisamos un oído receptor ya que, con mucha frecuencia, el simple hecho de hablar con alguien es todo lo que estamos necesitando para ayudar a calmar la ansiedad.
Si tal estrategia no resultara, busque atención en el psicólogo de su área de salud o en el Centro de Salud Mental. Existen tratamientos eficaces contra la ansiedad. No debe sentirse condenada a vivir con la enfermedad, ya que por lo común estos padecimientos tienden a complicarse. La Medicina Natural y Tradicional, como la acupuntura, la digitopuntura y la terapia floral han demostrado sus resultados en este campo.
CONTROLE SU ANSIEDAD
Consuma una dieta saludable, coma poquito y variado. Si pasa de los 30, debe servirse en un plato de postre, en el caso de que lleve una vida sedentaria.
Trate de dormir ocho horas.
Haga ejercicio regularmente. Camine a paso rápido cuando se sienta ansiosa.
Lleve una vida libre de excesos de sal y azúcar y de sustancias tóxicas.
Aprenda y practique técnicas de relajación como fantasías guiadas, relajación muscular progresiva, yoga, tai chi o meditación.
Haga un balance entre las actividades recreativas y las responsabilidades. Se recomienda pasar algún tiempo con personas de grata compañía.
En todos los casos, resulta provechoso consultar con un especialista del área de salud o del Centro de Salud Mental.
SE DEBE BUSCAR ASISTENCIA MÉDICA DE INMEDIATO
Si se presenta un dolor aplastante en el pecho, especialmente con dificultad respiratoria, mareo o sudoración. Un ataque cardíaco puede causar sensación de ansiedad.
Si se tienen pensamientos suicidas.
Si se presenta mareo, respiración o latidos cardíacos rápidos.
Si la ansiedad interfiere con el trabajo o el funcionamiento en el hogar.
Si por una misma no logra saber la fuente o causa de la ansiedad.
Si se experimenta una sensación repentina de pánico.
Si la persona repite una acción una y otra vez, como contar cosas o se muestra excesivamente meticulosa.
ATAQUE DE PÁNICO
Provocado por una ansiedad muy intensa se caracteriza por sensación de ahogo y opresión en la garganta, respiración dificultosa, sudoración, náuseas, temblores, taquicardia o palpitaciones. Las mujeres son de dos a tres veces más propensas que los hombres a los ataques de pánico.
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Asuntos de mujer
Ansiedad

11 febrero 2007

Pánico: Para entender el miedo

Los ataques de pánico los padecen más del 20 por cien­to de la población. Acompañados de la agorafobia, son excesiva­mente invalidantes y angustian­tes, deteriorando la cali­dad de vida. Especialistas y pro­tagonistas de la Fundación Fobia Club explican de qué se trata.
”Tengo 49 años de existencia y diez de vida“ comienza con fir­meza Adriana Comas: "Viví más de 17 años con ataques de páni­co y llegué a tener más de una docena por día. Cuando llegué a la Fundación Fobia Club, después de leer un testimonio en una re­vista, hacía seis meses que no salía de mi habitación y ni siquie­ra me bañaba; menos aún cuida­ba de mi marido y mis hijos“.
El infierno padecido por quie­nes tienen trastornos de ansie­dad y más específicamente tras­torno de pánico, pertenece a un mundo no conocido por nadie más y, tal vez por eso, tan incomprendido. "Cuando me curé y mis hijos dieron testimonio entendí lo que sentían y lo duro que tam­bién todo esto había sido para ellos", narra Adriana.
Los tiempos actuales y la so­ciedad en su conjunto, con responsabilidades compartidas, son los responsables de que los indi­viduos vivan y sufran la vorágine diaria a la que, ni psicológica ni físicamente, están preparados para enfrentar con tanta cotidianei­dad.
Las personas, sin notarlo, vi­ven un alerta continuo producto de las exigencias laborales, las económicas y las crisis de víncu­lo naturales de las relaciones interpersonales. Tanta adre­nalina un día se vuelve en contra y como una disfunción, los tras­tornos característicos del estrés aparecen con un pronóstico de arduo esfuerzo para contrarres­tarlos.
El médico psiquiatra Ricardo Arriaga explica que un 20 por ciento de la población sufre la enfermedad, la cual pertenece a un grupo denominado ”trastor­nos de ansiedad“, dentro del que se encuentran fobias, ansiedad generalizada, estrés postraumá­tico y trastorno obsesivo compulsivo entre otros. ”Un episodio de ataque de pá­nico consiste en una situación que aparece súbitamente y el paciente tiene la impresión de una muerte inminente, de que algo muy malo le va a pasar y comienza a tener taquicardias, hormigueos, dolor de pecho y opresión y malestares intestina­les y neurológicos, con una dura­ción de aproximadamente diez minutos“, detalla Arriaga. La frecuencia de este sufri­miento puede ser anual, men­sual, semanal o diaria depen­diendo de cada paciente, sin que estas variedades representen un diagnóstico diferenciado. Por otra parte, la existencia de estos episodios desesperantes comienzan a invalidar a las per­sonas que lo sufren, ya que desarrollan lo que se denomina "fobia". En consecuencia se dejan de hacer las actividades comunes cotidianas por miedo a que sobrevenga un nuevo ataque de pánico. Es lo que los profesionales denominan comunmente "miedo al miedo", sensación que comienza a traer grandes trastornos en la vida de los panicosos porque les impide trabajar, hacer las compras, con­ducir un auto y un largo etcétera.
”Yo no podía bañarme si no es­taba mi marido conmigo porque temía tener un ataque bajo la ducha. Arruiné muchas vacacio­nes de mi familia porque cuando subía al auto comenzaba a aho­garme y pedía volver y, en el ca­so de llegar a un lugar, no salía del hotel“, comenta Adriana Co­mas, quien, hasta llegar a Fobia Club y ser tratada por psiquiatras y psicólogos, deambuló durante años por todas las especialidades en busca de un diagnóstico y una respuesta para sus síntomas. ”Por lo general, cuando el pa­ciente concurre a la consulta, viene clínicamente estudiado porque concurrió a varios médi­cos diferentes (traumatólogos, neurólogos, clínicos, gastroente­rólogos) creyendo que el proble­ma se trataba de un desorden de carácter orgánico“, subraya el psiquiatra.
Los orígenes de la desespera­ción
Para Arriaga, desde la psiquia­tría, se considera que puede existir una causa que desate este trastorno, como ser un problema familiar, una situación de mucho estrés, un episodio donde el pa­ciente fue víctima de inseguri­dad, sin embargo no siempre hay una causa marcada pero sí una predisposición biológica pro­ducto de una alteración en el ce­rebro. Se activa en el cuerpo un sistema de alarma excesiva ante una situación que no lo justifica. Pero en realidad el problema es multifactorial, comenta Arria­ga, "ya que la inseguridad, las presiones laborales, las dificulta­des económicas y las sobreexi­gencias preparan el campo para desatar el sufrimiento de estas crisis".
Pero también existe una predisposición que tiene que ver con la crianza de la persona y si fue criada con miedo o no.
Al respecto, el vicepresidente de la fundación destinada aten­ción a los trastornos de ansiedad "Fobia Club", el doctor en Psico­logía Clínica Gustavo Bustaman­te, explica que el desarrollo y los primeros años de vida son muy importantes en cuanto se piensa en la predisposición de carácter psicológico que una persona de­sarrolla para sufrir de adulta la enfermedad. "Lo que muchos pacientes tra­en en común es la historia de una madre que los ha preocupa­do de chicos más de la cuenta en cuanto a las enfermedades, en cuanto que no les pase nada y han sido sobreprotegidos. Cuan­do alguien es sobreprotegido in­terpreta que es más débil que los demás y por eso necesita un ex­cesivo cuidado", comenta Busta­mante. "De todas maneras, lo que pa­sa afuera también influye y suma a la predisposición biológica", agrega el psicólo­go.
El panicoso tiene la preocupa­ción fundamental de no saber cómo controlar el cuerpo cuando comienza con los síntomas, y las situaciones que evita son coar­tantes para llevar una vida normal. Si se le cierra la garganta al ir al supermercado o al tomar un ascensor, dejará de hacerlo y así con todas las actividades que le despierten un episodio, que pue­den ser de cualquier clase. "El intentar controlar un cuerpo que se sale de control tie­ne que ver también con personas que siempre quieren tener el control de las cosas, el control de la realidad y que por eso se encuentran más exigidas y con más estrés. Por eso ocurre entre per­sonas que acarrean más respon­sabilidades de las que deberían tener y la franja más afectada va entre los 20 y los 40 años", destaca Bustamante.
Tratamientos que devuelven la vida
Un porcentaje muy alto de pa­cientes, acuden al consultorio después de sufrir trastorno de páni­co durante más de siete años. El tratamiento que deben enfrentar consta de una atención por partida doble, tanto en lo psiquiátrico como en lo psicológico y conclu­ye en excelentes resultados.
Mientras el psiquiatra propor­ciona un tratamiento con ansiolí­ticos y, en algunos casos con antidepresivos, el psicólogo aplica la llamada terapia "cognitivo-conductual", consistente en hacer cambiar al paciente algunos pensamientos y percepciones de la realidad de carácter disfuncio­nal, modificando a su vez hábitos y conductas. Se asegura que con doce sesiones, el paciente deja de sufrir los ataques. La medica­ción es también proporcionada por un tiempo limitado.
Pero los profesionales coinci­den en que lo que es fundamen­tal es el apoyo y la comprensión del entorno. Un episodio de páni­co es algo irracional, es temerle terriblemente a algo que no re­presenta una amenaza para na­die más que para quien lo está sufriendo, por eso el entendimiento de los otros se vuelve al­go difícil. Sin embargo, el acompaña­miento es fundamental para que la persona que lo sufre pueda sa­lir del problema para siempre.
Bustamante grafica la cuestión narrando un episodio en su consultorio: "Tuve hoy la pri­mera consulta de un paciente con trastorno de pánico, y lo que fue ejemplificador es que acudió con la esposa, quien me dijo ¨doctor, yo también vine porque estamos juntos en esto¨. Eso es lo que debe entender todo entor­no, porque muchos pacientes concurren sintiéndose en extre­ma soledad, incomprensión y abandonados“.
Las alternativas de cura exis­ten. Los tiempos modernos han llevado a padecer afecciones nuevas, pero lo importante es que son solucionables y permiten que el individuo pueda desarrollarse, vivir en sociedad y estar en paz consigo mismo, ya sin an­gustias.
"Después de la primera se­mana de tomar la medicación, lo cual me costó mucho hacerlo porque pensé que me iba a ma­tar, y después de haber pasado seis meses sin salir de mi habita­ción, tomé la decisión de salir a la calle sola. Caminé primero contra la pared de las casas. Cuando vi que no me caía, me fui alejando hasta llegar al cordón de la vereda y luego de caminar media manzana, me largué a llorar con fuerza porque sentí que me habían devuelto la vida“, finaliza Adriana Comas, paciente ya recuperada.
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07 febrero 2007

Ansiedad... ¡ten calma!

Aprender a relajarse y modificar hábitos adquiridos por el acelerado ritmo de las grandes ciudades, es un buen inicio para no caer en trastornos de ansiedad desde temprana edad.
Gregorio Pérez Hernández, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana, ha realizado un estudio donde se revela que la ansiedad es un padecimiento registrado con mayor frecuencia entre personas de 20 a 30 años. "Por ello es necesario comprender el contexto en que puede manifestarse y las diferentes opciones para su tratamiento".
Pérez Hernández comenta que actualmente se está dando mucha importancia al tratamiento de la ansiedad en infantes debido aque en la etapa adulta se puede caer en cuadros irreversibles o en complicaciones como las adicciones y farmacodependencia.
¿Qué es eso que llaman ansiedad? Es un trastorno dentro del marco de la afectividad. Si bien la ansiedad como tal es parte de la naturaleza humana y significa "sin tranquilidad" o "sin calma", la podemos definir como un estado emocional tenso, caracterizado por una diversidad de síntomas como dolor torácico, palpitaciones y disnea (dificultad para respirar). Se trata de un estado doloroso de la mente que anticipa algún evento desagradable sin que haya motivo aparente para éste. Incluye aprehensión o miedo anormal; dudas sobre la naturaleza y el peligro, la creencia de que la realidad es amenazante, y momentos en que la persona no se siente capaz de enfrentar aquello que teme.
¿Cuáles son las principales causas? En todo diagnóstico es menester que se consideren las áreas que conforman a todo ser humano: lo social, lo biológico y lo mental. Partiendo de ello, distintas escuelas proponen teorías diferentes sobre el surgimiento de la ansiedad: algunos dicen que es aprendida, otros que se debe a un desequilibro entre bioquímicos cerebrales (neurotransmisores), y en la escuela sicoanalítica, por ejemplo, a situaciones de manejo inadecuado de las pulsiones sexual o agresiva. También puede ser originada por el uso de sustancias tóxicas, ambientes estresantes, etcétera.
Es importante descartar desde el principio que los síntomas de ansiedad no sean debidos a la ingesta de algún tipo de sustancia ansiogénica: cafeína, anfetaminas o a una enfermedad médica como el hipertiroidismo.
¿Y los síntomas más comunes? Casi cualquier sistema o aparato de nuestro organismo puede reflejar síntomas de la ansiedad: irritabilidad, inquietud, sudoración excesiva de manos o pies, taquicardia, urgencia continua de orinar, diarreas o estreñimiento, palpitaciones, sensación de falta de aire, miedos, imposibilidad de estar en un solo lugar, insomnio, palidez, temblor, opresión o malestar torácicos, mareo, obsesiones, entre otros.
¿Qué aspectos de la vida se ven afectados? Prácticamente todos: el laboral, social, familiar, anímico, sexual, y en lo económico por el gasto de dinero que ocasiona.
¿Por qué aumenta en personas entre los 20 y 30 años? Se considera que en ese periodo, toda persona se encuentra en una interfaz entre el organismo y sus transacciones con el medio. Se espera que muchas metas, planes y logros se empiecen a concretar. Si alguien no ha sido capaz de "triunfar" a esa edad se siente fracasado. Esto incluye el no haber logrado consolidar una familia, que la sociedad no permita un adecuado desarrollo como conseguir un buen empleo, entre otros factores más.
¿Cuál es el tratamiento a seguir? Se consideran dos básicamente: sicofármacos y sicoterapia. Entre los fármacos están los ansiolíticos, neurolépticos o antisicóticos y antidepresivos. Las sicoterapias pueden ser individuales o grupales, con distintos enfoques (sicoanalítico, de orientación gestáltica, junguiana y una larga lista más). Además se incluyen las terapias de relajación y de meditación.
¿Hay acciones o actitudes que se pueden confundir con ansiedad? Los cuadros depresivos son de los principales, también el consumo de tóxicos con su respectiva etapa de abstinencia, problemas de la glándula tiroides, cuadros sicóticos, el trastorno por déficit de atención en los menores y adultos, y algunos trastornos de personalidad, primordialmente.

02 febrero 2007

Antídoto contra el miedo aprendido

Un estudio desarrollado por dos neurocientíficos de la Escuela de Medicina en Ponce ha encontrado que la corteza prelímbica del cerebro regula los miedos aprendidos en los animales.
Este descubrimiento podría ampliar las posibilidades de tratamiento a personas que padecen de trastornos de estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad, ya que sugiere que con la manipulación de esta parte del cerebro se podrían controlar los miedos aprendidos, sin afectar aquellos reflejos innatos, necesarios para la supervivencia de cualquier organismo, explica el neurocientífico que dirige el proyecto, Gregory J. Quirk. “Estos resultados significan que se puede tratar estos desórdenes de ansiedad efectivamente y sin afectar aquellas áreas que son importantes para sobrevivir. Mucha de la gente que sufre desordenes de ansiedad, como el estrés postraumático, logran progresar y superar la condición pero hay una minoría significativa que no lo logran y siguen con el miedo. Esto podría ampliar más las posibilidades”, dice Quirk.
El científico explica que tradicionalmente el control y el procesamiento de las emociones como el miedo eran atribuidas casi exclusivamente a la amígdala cerebral. Este estudio, publicado esta semana en la revista The Journal of Neuroscience, básicamente altera esta concepción al atribuirle a la corteza prelímbica un rol importante en el control de los miedos aprendidos.
Kevin Corcoran, uno de los científicos que desarrolló el proyecto, explica que en el estudio, le enseñaron a las ratas a asociar un sonido que se prolongaba por 30 segundos con un choque eléctrico. Al día siguiente del aprendizaje, repitieron el sonido pero sin el choque eléctrico. Esto motivó que las ratas se paralizaran o “congelaran”, lo cual es una señal de miedo, durante el 70% de la prolongación del sonido. A otro grupo de ratas, a las que también se le había enseñado a asociar el sonido con el choque eléctrico, se le administró en la corteza prelímbica una pequeña dosis de la droga, Tetrodotoxin, que bloquea la actividad cerebral por un periodo corto de tiempo. Al repetir el sonido, sólo el 14% de las ratas permanecieron inmóviles. Sin embargo, el miedo innato o natural de las ratas no resultó afectado con el “bloqueo” de la corteza prelímbica, ya que prácticamente todas permanecieron inmóviles ante la presencia de un gato.
Quirk explica que este estudio, auspiciado por el Instituto Nacional de Salud Mental, se llevó a cabo en colaboración con la Universidad de Harvard. Esta institución universitaria estará encargada de corroborar estos resultados pero con humanos con trastornos de ansiedad para ver si, como se presume, la corteza prelímbica de las personas tiene exactamente el mismo rol que en las ratas.
El trastorno de ansiedad es diagnosticado cuando en una persona ésta es tan intensa que interfiere drásticamente con su calidad de vida. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, éste es el segundo motivo de consultas siquiátricas y sicológicas.

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