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27 septiembre 2006

Acerca de la ansiedad: Usted no está solo

Los relatos que usted encontrará aquí provienen de dos personas de la vida real que padecen lo que los médicos llaman trastornos de ansiedad. Si usted ha tenido experiencias similares, es posible que padezca un problema parecido. Miles de personas sufren de uno o de varios tipos comunes de trastornos de ansiedad. Billy y Marie son sólo dos ejemplos. Sin hablar de cuáles son sus síntomas exactos, es importante comprender una sola cosa. Los transtornos de ansiedad pueden ser tratados de manera eficaz.

¿Qué son los transtornos de ansiedad?
Todos tenemos miedo o nos preocupamos de vez en cuando. De hecho, muchos de nosotros estamos preocupados la mayor parte del tiempo: sobre el crimen, el dinero, los empleos, los hijos, los padres y las enfermedades, entre otras muchas preocupaciones. Sin cierto grado de ansiedad, no lograríamos hacer nada. Por ejemplo, si usted no le preocupara conservar su empleo, probablemente no trabajaría lo suficiente. Preocuparse puede ser útil. Pero en algún momento, algunos de nosotros cruzamos la frontera hacia un trastorno de ansiedad. Los médicos consideran que los trastornos de ansiedad son exageraciones de los temores normales. Los trastornos de ansiedad adquieren diferentes formas. Algunas personas se preocupan constantemente; no pueden concentrarse porque no pueden dejar de pensar en una preocupación particular. Pero esa preocupación se vuelve desproporcionada. Por ejemplo, una persona podría estar casi llorando al preocuparse por la seguridad de su hijo aun cuando supiera que el niño se encuentra seguro en casa. Otras personas, como Bill, experimentan síntomas que les hacen pensar que están sufriendo un ataque cardiaco. Algunas, como Marie, experimentan ataques de pánico.
Sin embargo, pese a que quienes padecen trastornos de ansiedad a menudo refieren síntomas diferentes, tienen una cosa en común: Sus temores son desproporcionados en relación con lo que ocurre realmente en su vida. Sus preocupaciones cobran vida propia. Como Marie dijo: No se aproximaban al tren; sólo se sentía así.

¿Cuál es la causa de los trastornos de ansiedad?
Los científicos no saben por qué algunas personas padecen trastornos de ansiedad. Es probable que la herencia desempeñe un roll, y, de hecho, Bill y Marie son parientes cercanos. Aunque Bill tenía dificultades en su trabajo y en su hogar cuando su problema comenzó, había pasado por momentos más difíciles sin experimentar síntomas de un trastorno de ansiedad ni síntomas físicos molestos.
Cuando surgieron los problemas de Marie, ella estaba decidiendo terminar la relación con su novio, mudarse de casa de sus padres y empezar a asistir a la Universidad. Pero, del mismo modo que Bill, había pasado por momentos difíciles sin problemas. Bill y Marie se sentían frustrados porque sabían que sus problemas no eran realmente tan serios. Entonces, ¿de dónde provenía toda esa ansiedad?
Parece ser que la alarma contra el miedo es demasiado activa en las personas que sufren de trastornos de ansiedad. Esto no significa que su carácter sea débil o que exista un problema de personalidad. La mayoría de las personas que sufren de trastornos de ansiedad están bien adaptadas y son productivas. Sólo que de vez en cuando— algunas partes de su cerebro comienzan a jugarles bromas pesadas. Nadie sabe a qué se debe esto.

¿Cómo puedo sobrellevar esto?
Los trastornos de ansiedad pueden ser tratados. Esto no significa que usted no volverá a tener problemas con la ansiedad, pero puede aprender a controlar los síntomas. En caso necesario, su médico le recomendará algunos medicamentos para ayudarlo hasta que sea capaz de controlar los síntomas por sí mismo. Lo que hay que recordar es que los médicos y los psicoterapeutas tienen mucha experiencia en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Con la ayuda correcta, usted obtendrá alivio de sus síntomas.
Por ahora, lo mejor que puede hacer por usted es aprender todo lo posible acerca de los trastornos de ansiedad.
"Durante el día, todo lo que hacía era preocuparme. Estaba sometido a estrés en el trabajo y en casa, pero mis preocupaciones eran desproporcionadas en relación con lo que realmente ocurría. Todo empeoraba cuando me acostaba en las noches. Mi corazón se aceleraba y comenzaba a latir fuertemente, y —cuanto más me asustaba-- los latidos empeoraban. En varias ocasiones estuve a punto de pedirle a mi esposa que llamara a una ambulancia porque tenía certeza de que moriría en cualquier momento. Finalmente me quedaba dormido, pero a la mañana siguiente me sentía exhausto". Bill, 36 años de edad
"Estaba tan asustada por los ataques de pánico que deseaba huir de mí misma. Sin razón alguna, me sentía aterrorizada súbitamente, como usted se sentiría si estuviera atado a la vía del tren y éste se aproximara a usted. Pero no había tren ni motivo para estar asustada. Al principio sólo me molestaban los ataques, pero luego comencé a sentirme mal la mayor parte del tiempo. De alguna manera, no me sentía real, y no podía concentrarme en nada. Me sentía tan mal que era difícil imaginarme que nadie a mí alrededor notaría, algo diferente." Marie, 25 años de edad

¿Qué le pasó a Bill y a Marie?
A Bill le practicaron varias pruebas y encontraron que su corazón era normal. Cuando él supo que sus síntomas eran provocados por ansiedad (no por problemas cardiacos), acudió a un psicoterapeuta que se había especializado en ayudar a las personas con este tipo de problemas de ansiedad. Pudo haber tomado medicamentos, pero decidió probar con algunos ejercicios de relajación diseñados específicamente para ese fin. Él practica los ejercicios diariamente, aun cuando se siente bien, y cuando su corazón comienza a acelerarse, los ejercicios le ayudan a controlar los síntomas rápidamente.
Marie estaba a punto de consultar a un médico por causa de sus síntomas cuando se topó con un libro sobre ansiedad. Este libro le ayudó tanto, principalmente al asegurarle que no estaba loca, que volvió a sentirse normal rápidamente. Al mismo tiempo, los problemas a los que se enfrentaba se resolvieron de modo gradual. Los ataques de pánico se volvieron menos frecuentes y finalmente desaparecieron. Desde entonces, ha tenido algunos trastornos terribles, pero no ataques de pánico ni ansiedad anormal durante más de diez años. Cuando cree que el pánico podría presentarse, regresa a sus libros. También está consciente de que puede obtener ayuda y, en caso necesario, medicamentos si el problema vuelve a aparecer.
Estos libros fueron escritos para personas con trastornos de ansiedad
Babior S, Goldman C. Overcoming Panic Attacks: Strategies to Free Yourself from the Anxiety Trap. Minneapolis: CompCare Piblishers, 1990.
Barlow DH, Craske MG. Mastery of Your Anxiety and Panic, Albany, N.Y.: Graywind Publications, 1994.
Gold MS The Good News About Panic, Anxiety, And Phobias, Nueva York: Bantam Books, 1989.
Greist JH, Jefferson JW, Marks IM. Anxiety and Its Treatment. Nueva York: Warner Books, 1986.
Leaman TL: Healing the Anxiety Diseases. Nueva York: Plenum Press, 1992.
Sheehan DV. The Anxiety Disease. Nueva York: Bantam Books, 1986.
Weekes C. Hope and Help for Your Nerves. Nueva York: Hawthorne Books, Inc., 1969.
Wilson RR. Don´t Panic: Taking Control of Anxiety Attacks. Nueva York: Perennial Library (división de Harper and Row), 1986.
Si necesita más información sobre bibliografia o terapia especializada a la que acudir escriba al siguiente correo electrónico

25 septiembre 2006

Proteína cerebral relacionada con la ansiedad y los problemas con la bebida

Una proteína clave del cerebro podría tener una función importante tanto en la bebida como en la ansiedad, informan investigadores de los EE.UU.
Afirman que las ratas con menores niveles de la sustancia química buscaban el alcohol.
"En las personas, el alcoholismo se relaciona de manera muy intensa con los trastornos de ansiedad. Además, está bien establecido que niveles altos de ansiedad promueven el consumo de alcohol y también tienen una función crucial en la recaída en el consumo del alcohol".
"Nuestro estudio sugiere que hay un mecanismo neuroquímico molecular en la amígdala que podría ser responsable de la asociación entre los niveles altos de ansiedad y una conducta de consumo alcohólico excesivo", afirma Pandey, cuyo equipo publicó su hallazgo en la edición del Journal of Neuroscience.
En su estudio, los investigadores redujeron la expresión de una proteína llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC) en tres áreas de la amígdala, el área del cerebro relacionada con la emoción y el miedo.
Menores niveles de FNDC en las áreas central y media de la amígdala resultaron en un aumento tanto de la ansiedad como del consumo de alcohol en las ratas.
Cuando se usaron inyecciones de FNDC para restaurar los niveles de la proteína a la normalidad, la ansiedad y el consumo de alcohol de las ratas disminuyeron, apunta el estudio.
Los niveles menores del FNDC en la tercera área, la amígdala basolateral, no tuvieron efecto sobre las ratas.
El FNDC juega un importante papel en el crecimiento y mantenimiento de las neuronas. Estudios anteriores con seres humanos han sugerido que una variación en el gen del FNDC podría estar relacionada con trastornos de ansiedad y alcoholismo.
Los investigadores afirman que el hallazgo podría ayudar en el desarrollo de nuevos medicamentos para tratar o prevenir la ansiedad y el alcoholismo.

22 septiembre 2006

Los pacientes con fibromialgia tienen siete veces mayor riesgo de padecer trastornos de ansiedad

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Cincinnati (Estados Unidos), los pacientes con fibromialgia tienen más posibilidades de sufrir trastornos psiquiátricos, como depresión, trastorno bipolar, ansiedad o trastornos de la alimentación, sugiriendo posibles causas comunes. Además, en muchos casos los trastornos psiquiátricos son anteriores al desarrollo de fibromialgia, lo que hace improbable que los trastornos del humor sean una simple reacción al dolor crónico.
Este trabajo, publicado en “Journal of Clinical Psychiatry”, se basó en la comparación de familias con miembros afectados de fibromialgia o de artritis reumatoide, para un total de 108 adultos con fibromialgia –casi todos mujeres- y 228 sin fibromialgia. Los resultados mostraron que, de promedio, los pacientes con fibromialgia tenían tres veces mayor riesgo de depresión, siete veces de trastorno de ansiedad, de dos a tres veces de trastornos de la alimentación y de abuso de sustancias, así como mucho mayor riesgo de trastorno bipolar.
Los autores sugieren que puede existir una “vulnerabilidad compartida” de determinados pacientes a ambos tipos de patología, sea por cuestiones genéticas o ambientales, como el estrés crónico.

21 septiembre 2006

Autogénesis de la ansiedad

El Dr. V. Pablo Rodríguez utiliza la palabra autogénesis al referirse al fenómeno de la ansiedad, porque entiende a ésta, no como una enfermedad en si misma, tal y como suele hacerse habitualmente, incluidos muchos profesionales de la salud mental, sino como un mero síntoma, como una manifestación organísmica o aviso de que, la persona que lo experimenta se está saliendo peligrosamente del ámbito de lo real.
Ese ámbito de lo real no es otro que el de lo posible, lo factible. Entonces, tan pronto como un ser humano- a través de diversos mecanismos mentales, que no van más allá de su pensamiento y de su fantasía - intenta escapar de esa realidad posible, que no es otra cosa que su actuación, percepción y vivencia del "aquí" y el "ahora", estará perdiendo, sea o no consciente de ello, el contracto con la realidad. Estará comenzando a operar, de forma exclusiva, con su imaginación, con sus fantasías, con sus pensamientos, guiados todos ellos, por regla general, por el miedo, el deseo, la culpa y, por encima de todos estos sentimientos a cual más neurótico, por la necesidad de controlar la realidad en un momento imposible.
La persona está huyendo, se está alejando peligrosamente hacia mundos imaginarios con el ansia de manipular y modificar la realidad a su antojo.
La dirección que suelen tomar esas fantasías, presuntamente manejadoras de la realidad ( y digo presuntas porque tan control jamás se da de hecho, sino única y exclusivamente en el ámbito de lo ilusorio), puede ser, las más de las veces, de alguno de estos cuatro tipos que paso a describir a continuación:
1. La persona intenta con su mente adelantarse en el tiempo y situarse en una fecha y situación posteriores al momento y lugar en el que vive en ese instante. Su intención es, generalmente, la de evitar un peligro potencial, conseguir algo que considera un bien, etc. Lo cierto es que tal meta es de todo punto imposible: no se puede estar en Madrid, en la casa propia, el 2 de febrero a las 5:00 p.m. sentado en un sillón y, al mismo tiempo, pongamos por caso, estar evitando que un hijo pequeño, que juega en torno nuestro, sea mayor, lo llamen a filas, sea enviado por el ejército a otro país con un conflicto bélico y reciba el impacto de un obús.
Una persona que en su mente esté generando una fantasía similar a la del ejemplo que acabo de citar, indefectiblemente experimentará ansiedad; quizás incluso llegue a sentir en su propio cuerpo, ese correlato físico de la ansiedad que es la angustia.
¿Podemos decir que esa persona que experimenta tal angustia sea una persona enferma? Es obvio que la respuesta sería unánime: no. Lo único que ha ocurrido es que dicha persona se ha salido con su mente de esa única realidad posible que es vivir su momento presente y ha intentado manipular, de forma estéril por otra parte, un posible futuro. Por tanto, no tiene sentido hablar de patología ansiosa ni ningún otro cuadro o etiqueta psicopatológica, pues la ansiedad que ha experimentado es simplemente eso: una ansiedad- señal, que como decíamos, genera su propio organismo, para que sea consciente de lo ilusorio de su propósito y rectifique cuanto antes reingresando de nuevo en el ámbito de lo real.
2. La persona, también con su mente como todo utillaje, se sale de su realidad, de la realidad, y comienza, inconscientemente, a compararse con un modelo de lo que cree que tiene que ser, modelo habitualmente generado por sus padres, por sus educadores y por la influencia del entorno, y que, al final, ha llegado a hacer suyo, (bien sea un modelo en el plano físico, estético, moral, profesional, afectivo, etc.). Por un momento, está intentando también otro imposible: ser quien no es. Podrá fantasear durante minutos, horas y hasta días, pero todo ese proceso sobreideacional no se convertirá, ni por su duración ni por su contenido, en algo real. Y, de nuevo, su naturaleza generará la ansiedad-señal para recordarle que no puede ser otro, en esos momentos, que el que es.
3. La persona, en esta ocasión, fantasea con ser recompensado con un valioso trofeo por su sensacional actuación en un campeonato internacional de patinaje artístico. Los aplausos son atronadores. Los latidos de su corazón se aceleran de la emoción y de la satisfacción de haber conseguido su meta más anhelada. Inmediatamente, esas sensaciones se convierten en una intensificación galopante de los latidos de su corazón, en una enorme dificultad para respirar y en una sensación de poder desplomarse, o incluso morir, de un momento a otro. La persona de nuestro ejemplo vive, desde hace muchos años, sentada en una silla de ruedas.
De nuevo estaríamos ante alguien que huye de la realidad e intenta lo imposible. No se trata de que una persona, sea cual fuere su estado de invalidez o de salud, no tenga legítimo derecho a tener aspiraciones y metas, de todo tipo y de todo tamaño. Lo que le estará recordando la ansiedad-señal será que, justamente esa meta que estaba soñando, y quizás algo más que soñar, se estaba "exigiendo", era algo absolutamente imposible. Que, para él, como para tantos otros, queda fuera del alcance de su realidad.
4. Un último caso de ansiedad-señal, generada, como en todos los otros ejemplos, por el propio individuo, esta vez en el sentido inverso al que exponíamos en el primer caso. La persona, aquí se limita a recordar. Recuerda con tal intensidad que llega a perder la consciencia de que simplemente está recordando. De repente, siente un extraordinario agotamiento y un entumecimiento de su musculatura, especialmente de cintura para abajo. Se ve avanzando en una larguísima playa mediterránea. En un descuido, su hijo de cinco años, que jugaba tranquilamente en la arena, con su cubo y su pala, ha cambiado de actividad y ha decidido meterse en el mar, - que en un principio cubría sólo sus tobillos - para pasar a estar, en un escaso espacio de tiempo, cubierto literalmente por el agua. El niño se ahoga. Su padre intenta lo imposible. El corazón parece salírsele por la boca. Un ruido cualquiera, el timbre de la puerta o el sonido del teléfono, le devolverán de nuevo al "aquí" y "ahora". Ha estado confundiendo el presente con el pasado, lo que sucede con lo que sucedió. Ha querido, con su mente, con su fantasía, rescatar y librar de la muerte a un hijo que, por desgracia, perdió hace muchos años en unas funestas vacaciones.
De nuevo la persona ha huido, se ha salido del presente, con la ilusoria pretensión de modificar un error de su pasado. Esfuerzo de todo punto inútil. Esa crisis de ansiedad, esa angustia, le están indicando la imposibilidad absoluta de actuar en un tiempo que ya no existe. Esa y no otra es la función de la ansiedad.
Conclusión: Todo esfuerzo dirigido a la consecución de un objeto imposible sólo puede generar ansiedad, como aviso inicial, o una tremenda frustración existencial y un proceso crónico de ansiedad y angustia, si el individuo no se percata de dicha imposibilidad, persiste en su irreal empeño, y no se centra, en suma, en lo que le es factible.
¿Ansiedad Normal y Patológica?
Todos los ejemplos expuestos más arriba lo serían, por tanto, de ansiedad normal. Una ansiedad también normal - y esto ya ha sido suficientemente estudiado desde hace bastantes años - es aquella que todos los seres humanos necesitamos en una dosis moderada, y que nos resulta imprescindible para experimentar la motivación, el estímulo imprescindible para la acción. Sin ella, el individuo caería en un estado de postración y pasividad cuasi absolutos, que más bien pronto que tarde le conduciría inexorablemente a la muerte.
Pero ¿ y la ansiedad que acompaña a todos los procesos neuróticos, a las obsesiones y fobias, a las histerias y a la angustia, a la depresión y las somatizaciones, a los trastornos y disfunciones sexuales? Esa será la patológica ¿no?
Pues la opinión del Dr. V. Rodríguez es que no. Su opinión es que en todos y cada uno de esos procesos, tan bien clasificados y etiquetados, el tema de fondo viene a ser el mismo: el "enfermo", de mil y una maneras diferentes, se está empeñando en no ser él mismo, se está empeñando en ser como le gustaría ser, en ser como le dijeron que tenía que ser... Se está empeñando en ser, en definitiva, como cualquiera menos como él mismo. Y es ese descuido en el ser uno mismo, esa imposibilidad de asumirse tal y como uno es, y emplear todas las energías en metas imposibles y batallas perdidas lo que conduce a eso que se ha venido en llamar: ENFERMEDAD MENTAL.
El Dr. Valentín Pablo Rodríguez Fernández es Psicólogo Clínico, Sexólogo y Psicoanalista. Miembro Psicoterapeuta de la “Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicología Médica” y de la “Sociedad Española de Psicología”. Psicoterapeuta acreditado por la "Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas" (F.E.A.P.) Miembro de la "Sociedad Madrileña de Sexología" (World Association for Sexology). Miembro de la "Sección de Psicología Clínica y de la Salud" del Colegio Oficial de Psicólogos. Miembro de la "Asociación Iberoamericana de Webmasters de la Sanidad"(AIWS). Miembro de la "Sociedad Iberolatinoamericana de Salud Mental en Internet"(SISMI).

20 septiembre 2006

Trastornos por ansiedad generalizada

Entre los "trastornos por ansiedad", además de las crisis de angustia o panic "disorders", figuran los trastornos por ansiedad generalizada, que según la Amerian Psychiatric Association, se presentan en el 4% de la población mayor de 18 años, al menos una vez en su vida. Los mismos se caracterizan por una ansiedad persistente que dura alrededor de un mes.
Son sus síntomas relevantes:
1. La tensión motriz: temblores, estremecimientos, tics palpebrales, intranquilidad, etc.
2. Hiperactividad vegetativa: palpitaciones, taquicardia, sudoración, mareos, crisis de calor o de frío, diarrea, palidez, malestar en el estómago, sensación de vacío en la cabeza, etc.
3. Expectación ansiosa: miedo anticipado respecto a desgracias que pudieran sobrevenir a uno mismo o a los demás.
4. Actitud vigilante y alerta: atención exagerada a ciertos estímulos medioambientales, que confirmarían las presunciones alarmantes, con la consiguiente dificultad de concentración, insomnio, impaciencia, distraibilidad, sensación de no poder más, etc.
Los "trastornos por ansiedad generalizada" deben diferenciarse de cualquier otro trastorno mental o físico, como el hipertiroidismo, la depresión mayor, la intoxicación por exceso de café y de otros trastornos mentales orgánicos.
Los factores desencadenantes suelen ser reconocidos fácilmente, ya que provienen de circunstancias psicosociales que han generado el cuadro: separaciones, viudez, repentina, enfermedad de los hijos, relaciones conflictivas con familiares cercanos, problemas laborales, mudanzas, pleitos, ingreso en la menopausia, tener que afrontar intervenciones quirúrgicas propias o de allegados, hostilidad en las relaciones de pareja, etc.
No toda persona reacciona con un "trastorno con ansiedad generalizada" frente a una situación de stress. La personalidad previa producto de la historia personal, además de los factores constitucionales predisponen al mismo.
Dado que los síntomas ya referidos producen una moderada incapacidad laboral y social, puede ocurrir que las personas afectadas por este padecimiento (en la desesperación por encontrar un paliativo que alivie su tensión), recurran al alcohol, los barbitúricos, y/o los ansiolíticos, que generan con el correr del tiempo una dependencia hacia ellos o una "depresión mayor".
La precocidad en la consulta psicológica podrá ayudar a prevenir males irreparables.

19 septiembre 2006

Trastorno de Pánico

Los ataques de pánico consisten en la aparición de un miedo intenso que se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión habitualmente dentro de los 10 minutos. La persona experimenta una sensación de peligro o de muerte inminente y una urgente necesidad de escapar, acompañada de síntomas corporales como palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo, mareos, etc. —respuestas fisiológicas normales que forman parte del miedo y de la ansiedad—. Cuando se ha producido más de uno y el individuo queda pendiente de que se repitan, o modifica aspectos de su estilo de vida por haberlos tenido, se habla ya de un “Trastorno de Pánico”.
Aunque recién en 1980 el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación de Psiquiatría de los Estados Unidos definió al Trastorno de Pánico como hoy lo conocemos, en ese corto tiempo se produjeron importantes avances en la comprensión de sus causas y, en consecuencia, en el diseño de tratamientos específicos para su curación.
TODO COMENZÓ CON UN ATAQUE. Cuando atraviesan o acaban de atravesar un período de estrés, algunas personas reaccionan con un ataque de pánico. Su cerebro —debido a una predisposición genética— se “equivoca” y reacciona con terror ante un peligro que no existe. Aunque 10-12% de la población ha experimentado por lo menos un ataque de pánico en los últimos 12 meses, sólo uno de cada diez de quienes lo sufrieron desarrollará un Trastorno de Pánico. El miedo ante las sensaciones corporales que son parte de la ansiedad es la causa que transforma a lo primero en lo segundo. Esto le sucede a un individuo con determinadas vulnerabilidades biológicas y psicológicas. Por factores genéticos, alguien nace predispuesto a experimentar emociones desagradables —miedo, tristeza, rabia, vergüenza— en forma más intensa y más frecuente que otros. Pero no llegará a materializar esta predisposición a menos que aprenda a creer, ya desde sus primeros años, que él no está al frente de su propia vida, a creer que —por el contrario— su vida está gobernada por fuerzas poderosas que no controla —la suerte, los otros, el destino—. Esta combinación de factores genéticos y experiencias psicológicas predispone a sufrir cualquiera de los numerosos trastornos de ansiedad. ¿Cómo se produce, entonces, la “especialización” en temerle a las sensaciones corporales que forman parte de la ansiedad? Es que ya de niños sus padres sobreprotectores y ansiosos le enseñaron —de manera explícita o a través del ejemplo— que cuando el corazón late rápidamente o cuando uno se marea, o le falta el aire, es siempre alarmante o que experimentar cierto nivel de ansiedad es intolerable y conducirá a “perder la cabeza”.
También es frecuente que estos pacientes hayan sufrido hechos traumáticos, tales como la muerte súbita de un ser querido. “Mi padre volvió de hacerse un electrocardiograma que le dio normal y cuando entró a casa, cayó muerto al suelo”, contará un paciente en quien una puntada suave y para nada peligrosa que sienta en el pecho termina en ataque de pánico. Cuando alguien con estas vulnerabilidades previas afronta determinados acontecimientos vitales difíciles y su nivel de ansiedad aumenta, saldrán a la luz sus creencias en la incontrolabilidad y peligrosidad de las sensaciones corporales. Modificar estas concepciones erróneas constituye el eje del tratamiento cognitivo-conductual del Trastorno de Pánico.

18 septiembre 2006

¿Podemos saber si tenemos ansiedad con un test?

Aunque siempre debe ser nuestro médico quien diagnostique los trastornos de ansiedad, algunos test pueden indicarnos el grado de ansiedad que padecemos y si debemos acudir a consulta.
Todo el mundo ha sentido alguna vez ansiedad: nervios ante un examen, tensión en el trabajo porque algo no ha salido como estaba previsto, hormigueo en el estómago al ver a una persona que nos gusta. La ansiedad no es más que un recurso que el cuerpo humano utiliza para hacer que actuemos y nos enfrentemos a diferentes situaciones y que saquemos el mejor rendimiento de nosotros. Así, por ejemplo, nos ayuda a estar atentos al hablar en público, a mantenernos concentrados en un examen o a estar alertas ante una situación peligrosa. Sin embargo, hay veces que esa misma tensión provoca el efecto contrario en nuestro organismo e impide que nos enfrentemos a cualquier situación. Es entonces cuando se padece un trastorno de ansiedad. Los test que presentamos a continuación tan solo son orientativos y carecen de valor diagnóstico. Eso sí, en caso de que sus puntuaciones estén por encima de la media, la recomendación es visitar a su médico.
Test Psicométrico de ansiedad de Hamilton
Valore según la puntuación que aparece de 0 a 4, la intensidad con que se cumplieron (o no) en el último mes los síntomas que se describen en cada uno de los apartados y súmelos al final del test.
0. Ausente
1. Intensidad ligera
2. Intensidad media
3. Intensidad elevada
4. Intensidad máxima (invalidante)
1- Humor ansioso: Inquietud. Expectativas de catástrofe. Aprensión (anticipación temerosa). Irritabilidad.
2- Tensión: Fatigabilidad. Imposibilidad de estar quieto. Reacciones de sobresalto. Llanto fácil. Temblores. Sensaciones de incapacidad para esperar.
3- Miedos: A la oscuridad. A personas o lugares desconocidos. A quedarse solo. A los animales. A la circulación. A la muchedumbre.
4- Insomnio: Dificultades de conciliación. Sueño interrumpido. Sueño no satisfactorio, con cansancio al despertar. Sueños penosos. Pesadillas. Terrores nocturnos.
5- Funciones Intelectuales (Cognitivas): Dificultad de concentración. Mala memoria.
6- Humor depresivo: Pérdida de interés. No disfruta del tiempo libre. Depresión. Insomnio de madrugada. Variaciones anímicas
7- Síntomas somáticos musculares: Dolores en todo el cuerpo. Rigidez muscular. Sacudidas musculares. Rechinar de dientes.
8- Síntomas somáticos generales: Zumbido de oídos. Visión borrosa. Oleadas de calor o frío. Sensación de debilidad. Sensaciones de pinchazos y hormigueos.
9- Síntomas cardiovasculares: Taquicardia. Palpitaciones. Fuerte dolor en el tórax. Sensaciones frecuentes de "baja presión" o desmayos. Extrasístoles (arritmias cardíacas).
10- Síntomas respiratorios: Opresión en el pecho. Sensación de ahogo o falta de aire. Suspiros. Disnea (dificultad para respirar).
11- Síntomas gastrointestinales: Dificultades para evacuar el intestino. Gases. Dispepsia: dolores antes o después de comer, ardor, hinchazón abdominal, nauseas, vómitos, constricción epigástrica. Cólicos, espasmos abdominales. Diarrea. Pérdida de peso. Estreñimiento
12- Síntomas genitourinarios: Micciones frecuentes o imperiosas. Amenorrea (falta del período menstrual). Metrorragia (hemorragia genital). Frigidez. Eyaculación precoz. Impotencia. Ausencia de erección.
13- Síntomas del sistema nervioso: Boca seca. Accesos de enrojecimiento. Palidez. Tendencia a la sudoración. Vértigos. Cefalea (dolor de cabeza). Tensión.
14- Conducta en el transcurso del test: Tendencia al abatimiento. Agitación: manos inquietas, juega con los dedos, cierra los puños, tics, aprieta el pañuelo en las manos. Inquietud: va y viene. Temblor en las manos. Rostro preocupado. Aumento del tono muscular o contracturas musculares. Respiración entrecortada. Palidez facial. Traga saliva. Eructos. Taquicardia o palpitaciones. Ritmo respiratorio acelerado. Sudoración. Pestañeo.
Si su puntuación es igual o mayor a 18 se recomienda consultar con un especialista para que realice un diagnóstico, ya que puede estar padeciendo un Trastorno de Ansiedad.
Test de Ansiedad Generalizada (T.A.G)
Este Test esta basado en los Criterios de Diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV-TR). Las respuestas tan solo deben ser SI o NO.
A. ¿Sufre usted de ansiedad y preocupaciones excesivas sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que tienen una duración mayor a seis meses?
B. ¿Le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación?
C. La ansiedad y preocupación se asocian a 3 o más de los siguientes síntomas:
- Nerviosismo, inquietud o impaciencia
- Fatigabilidad (cansancio) fácil
- Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco
- Irritabilidad
- Tensión muscular
- Alteraciones del sueño: dificultad para conciliar o mantener el sueño o sensación al despertarse de sueño no reparador
D. La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan un malestar significativo o deterioro en las relaciones familiares, sociales, laborales o de otras áreas importantes de su actividad:
Si ha respondido que SI a los criterios A, B y D, y por lo menos a 3 de las cuestiones del apartado C, Usted cumple con algunos criterios de diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).
Recuerde que estos test son orientativos, pero debe consultar a su médico si está fuera de los rangos de normalidad que se han descrito.

04 septiembre 2006

Riesgo de desarrollar enfermedad maníaco depresiva

La enfermedad maníaco depresiva, forma parte del grupo de enfermedades psiquiátricas, en las que se presenta un trastorno severo del estado de ánimo en forma recurrente, manifestado por estados cambiantes de depresión y ansiedad, pero también ciclos de euforia y excitación.

La frecuencia en la presentación de la enfermedad maníaco depresiva, en pacientes a quienes inicialmente se les diagnostica depresión, ha sido poco estudiada dentro de los desórdenes psiquiátricos. Se estima que la posibilidad de que una depresión progrese a manía, es de 5% a 10%; sin embargo se conocen reportes con cifras muy diferentes, en los cuales el porcentaje de pacientes con depresión repetitiva que progresan a manía, es mucho mayor.

Queriendo saber más acerca de la relación de estas dos enfermedades, se llevó a cabo un estudio multicéntrico prospectivo, con seguimiento a 15 años, de 74 pacientes con edad promedio de 23 años.

El estudio se centró en tres aspectos principales: primero, saber cual es el riesgo que tiene un paciente que ha sido hospitalizado por depresión repetitiva, de desarrollar en 15 años manía ó hipomanía. Segundo, cual puede ser la característica clínica asociada con el desarrollo de trastorno depresivo ó enfermedad bipolar. Por último, esclarecer la relación del uso de antidepresivos con la conversión de depresión repetitiva a enfermedad maníaco depresiva.

Se encontró que durante el tiempo del estudio, 14 pacientes presentaron al menos un episodio maníaco agudo y 19 presentaron uno ó más crisis maníacos leves. Los criterios significan que 33 pacientes desarrollaron manía o hipomanía durante el seguimiento.

No se encontró relación significativa entre el uso de antidepresivos y cuadros de manía después de haberse diagnosticado depresión repetitiva. Tampoco se encontró influencia de otros factores como sexo, edad, antecedente familiar de enfermedad maníaco depresiva, enfermedades del afecto ó consumo de drogas estimulantes del sistema nervioso central.

Los autores concluyeron que adolescentes y adultos jóvenes con diagnóstico de depresión repetitiva tiene un gran riesgo aumentado desarrollar enfermedad maníaco depresiva en los 15 años siguientes al diagnóstico de depresión, por lo cual requieren vigilancia cercana.
Revista Latinoamericana Virtual de Psiquiatría, Neurología y Neurociencias

Síndrome de intestino irritable

Los trastornos del aparato digestivo ocurren con mucha frecuencia; es común escuchar: me tome unos tragos anoche y amanecí con diarrea o tengo varios días sin ir al baño pero eso es todo el tiempo, ya me acostumbré, vivo constantemente con unos retorcijones de tripas, ya me dieron a tomar algo que le prestó a mi hermano y no dejó de hacer.

Generalmente nos automedicamos y nos desesperamos porque el cuadro no mejora, estamos tirando piedras con los ojos vendados. Los trastornos gastrointestinales son muy variados y de múltiples causas y uno de los más frecuentes es el que se conoce como Colon Irritable, término con el que particularmente no estoy de acuerdo, porque su sintomatología y los trastornos de la motilidad no se limitan exclusivamente al colon, abarca a todo el tracto gastrointestinal, por lo que prefiero utilizar un término más amplio: Síndrome de Intestino Irritable.

¿Qué es el síndrome de intestino irritable?

Como todo síndrome, es un conjunto de signos y síntomas, alteraciones crónicas que involucran a todo el tubo digestivo pero que sus manifestaciones más evidentes son a nivel del colon, con alta frecuencia en adultos y con predominancia en sexo femenino; afecta aproximadamente al 22% de la población y parece deberse principalmente a factores psicosociales e incluso a determinado perfil psicológico de personalidad con tendencia al estrés.

Si bien es cierto que todas las personas con diagnóstico de Intestino Irritable sufren o están sometidas a distintos niveles de estrés y/o a determinados alimentos, no todas las personas con estrés presentan esta enfermedad, por lo cual pareciera existir un intestino más susceptible a la acción del estrés y determinados alimentos que otros. El cuadro clínico del Intestino Irritable está formado por dolor abdominal, estreñimiento, diarrea o alternancia entre estreñimiento y diarrea, meteorismo o flatulencia por la gran producción de gases en el intestino que puede llevar a una distensión del abdomen, relacionado con el estrés, ansiedad, depresión. Sin que se demuestre una alteración anatómica o metabólica.

Causas

No hay una causa específica de este trastorno, se produce por la interacción de un conjunto de circunstancias, siendo las más importantes el estrés y determinados alimentos. La persona que sufre de Intestino Irritable, por lo general conoce que el consumo de ciertos alimentos empeora su cuadro, lo cual podría explicarse por una particular intolerancia en grado variable, siendo más frecuente al trigo, productos lácteos, café, cafeína, chocolates, alimentos ricos en grasas, refinados, frutas confitadas, sopas de sobre, alcohol y bebidas gaseosas.

El estrés puede afectar a cada persona de manera muy diferente, alguna con taquicardia, ansiedad, pánico, dolores de cuello y espalda, etc. Pero en las personas con intestino irritable pareciera ser que el intestino es el órgano de choque de las emociones debido a su mayor sensibilidad, respondiendo en forma exagerada a estímulos que a otras personas no les produciría ninguna alteración. No olvidemos que la motilidad intestinal está controlada por los nervios y las hormonas.

Sin embargo para el diagnóstico de Intestino Irritable se deben descartar todas las alteraciones morfológicas y metabólicas que pudieran estar causando los síntomas.

Consejos útiles si sufre de Intestino Irritable

Si ha tenido un diagnóstico médico de Intestino Irritable y presenta estreñimiento, diarrea leve o alternancias de estreñimiento y diarrea, debe aumentar el consumo de fibras mediante la ingesta de alimentos ricos en fibras y a los cuales no tengas intolerancia, como pan integral, frutas con piel, verduras, salvado o afrecho de trigo mezclado con líquidos o los alimentos; es importante que determine qué alimentos se relacionan con la aparición del cuadro, es aconsejable no masticar chicles, ni ingerir bebidas gaseosas ni alcohólicas porque pueden agravar los síntomas; debe elaborar una dieta baja en grasa, evitar las comidas copiosas, es preferible que coma menos pero con más frecuencia, comiendo despacio y masticando bien los alimentos. Aumente la ingesta de agua sobre todo si predomina el estreñimiento. Practique un régimen regular de ejercicios, trate en lo posible de manejar adecuadamente el estrés si le es imposible evitar las situaciones estresantes; practique ejercicios de relajación, la meditación y el yoga pueden serle útiles.

Carlos Basanta
Correo del Caroní